Monedas de diferentes épocas y países clasificadas según su antigüedad u origen o simplemente acumuladas en un frasco; diferentes flores en un jardín o plantas conservadas cuidadosamente en un herbario; fotografías de monumentos y paisajes históricos en un anuario o películas, discos y libros exhibidos en estanterías; trofeos y medallas que ilustran la historia de un desempeño o los dibujos realizados por un niño durante su crecimiento… los ejemplos tienden al infinito… desde siempre la colección ha sido uno de los mayores entretenimientos del Hombre. El fenómeno social desatado a partir de julio del 2016 alrededor de todo el mundo es una expresión de ello.  Luego de su brote original a mediados de los años 90, la “fiebre amarilla” ha regresado a la superficie de forma masiva gracias al lanzamiento de la aplicación para celulares smartphone denominada “Pokémon GO“. Este videojuego descargable desde la Apple Store o Google Play trae el universo Pokémon al mundo real a través del uso de la tecnología de la realidad aumentada que es posible sólo con la conjunción de las siguientes funciones en un móvil: presencia de localización GPS, giroscopio, conexión de datos móviles, pantalla HD y la posibilidad del uso de los datos de Google Maps. En vista del cumplimiento de los veinte años desde la creación del universo Pokémon, las compañías Nintendo y  Pokémon Company tenían planeado para este año una serie de sorpresas entre las cuales se encuentran esta aplicación novedosa para teléfonos móviles y los nuevos juegos esperados para finales del mes de noviembre. La aplicación Pokémon GO fue desarrollada en colaboración con la empresa de creación reciente Niantic que logró un éxito considerable con el lanzamiento  del juego de realidad aumentada denominado “Ingress”. Utilizando el sistema de geolocalización, los mapas de de Google y el Street View,  el juego Ingress es similar a Pokémon GO, y el cerebro detrás de esta novedosa tecnología de realidad aumentada se encuentra dentro de la personalidad de John Hanke, desarrollador de la empresa Ninatic.

En Ingress el objetivo del juego era escoger entre los equipos verde o azul y conquistar el mayor territorio posible dominando los llamados “portales”, que correspondían a monumentos famosos u obras de arte dentro de una ciudad. Esta característica continúa presente en el juego portátil Pokémon GO, desarrollado por Niantic Labs ya como empresa independiente de Google en colaboración con las empresas Nintendo y Pokémon Company. El juego debió ser lanzado en fechas distanciadas entre sí según los países ya que los servidores de Niantic no daban a basto para satisfacer la demanda inesperada de descargas de la aplicación. Desde su lanzamiento el 6 de julio en Australia y Nueva Zelanda y en Estados Unidos al día siguiente, el juego adquirió una popularidad extrema, y, aunque la realidad aumentada se la debamos al genio de John Hake, esta segunda fiebre amarilla tiene sus orígenes (como veremos más adelante) en las particularidades exclusivas de la franquicia de Pokémon y en su historia. Basta con que se produzca el lanzamiento de Pokémon GO en una ciudad para que el fenómeno que era conocido a través de la web se encarne de pronto en las calles, en el comportamiento de los transeúntes e incluso en todo un léxico nuevo que comienza a ser utilizado. Las historias y situaciones insólitas enseguida se multiplican y resulta casi imposible mantenerse impermeable a la oleada de comentarios. Grupos de niños, jóvenes, adultos e incluso veteranos se desvían diariamente de sus recorridos rutinarios para atrapar a estas criaturas que de pronto aparecen gracias al sistema GPS.

En efecto, los pokémon aparecen en sitios determinados durante un lapso de tiempo y sólo se hacen visibles si pasamos cerca de ellos con nuestro radar, éstos moviéndose a nuevos sitios cumplido ese lapso de tiempo. Si bien la realidad aumentada es opcional y la mayoría de los usuarios no la utilizan ya que consume mucha batería, las fotografías de criaturas animadas mezcladas en la vía pública inundaron rápidamente la web. En realidad, las criaturas no se mueven por ahí como muchos piensan, sino que uno mueve el celular para posicionarlas donde más le apetezca para tomarles una fotografía.

Desde el comienzo del juego, un cierto número de “pokébolas” (cápsulas que sirven para capturar a las criaturas) le son otorgadas al jugador y éste debe con ellas coleccionar a los pokémon para así ir completando su “pokédex” (objeto que lleva un registro de todas aquellas especies encontradas).  Pero el juego no sólo consiste en coleccionar  a los pokémon, sino que también el jugador debe hacer a sus criaturas más fuertes para luego enfrentarlas a las criaturas de otros jugadores en los denominados gimnasios. Al llegar a un cierto nivel, los jugadores deben escoger entre tres equipos con filosofías diferentes: el equipo del valor, el de la sabiduría y el del instinto. Cada equipo tiene un color y el principal objetivo del juego (siguiendo la lógica del juego Ingress) es teñir el mayor número posible de gimnasios alrededor de la ciudad. Los gimnasios están distribuidos en edificios emblemáticos o en plazas públicas, mientras que las “poképaradas” (sitios que el jugador puede emplear para obtener objetos necesarios en el juego) pueden ser tanto monumentos como esculturas, graffitis o instituciones educativas.

Desde su lanzamiento, Pokémon GO ha hecho frecuente la presencia de grupos de personas reunidas en plazas públicas hasta tarde en la madrugada, las imágenes de personas apuntando al cielo con sus celulares para tomar la foto de un ave mitológica o las reuniones entre amigos para salir de cacería. Pero no todas las respuestas han sido positivas ante la aparición de este juego tan novedoso. Muchos ven en este fenómeno la llegada de la gobernabilidad algorítmica de Éric Sadin, la implantación de “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley o los primeros comienzos de la Matrix. Como toda tecnología que genera un fenómeno de movimiento social en masa, las ideas fatalistas que izan la bandera del miedo se multiplicaron con fervor. A estas ideas se sumaron los mismos prejuicios y discriminaciones del entorno que tuvieron que enfrentar todos aquellos jóvenes amantes de los juegos y sobretodo de la franquicia de Pokémon al llegar a la madurez sexual y entrar en el mundo grisáceo de la adultez. Pero para abordar este tema y esclarecer las razones del entusiasmo que ha despertado este nuevo juego en personas de todas las edades, es preciso entender la historia de la franquicia de Pokémon y de su empresa distribuidora, Nintendo.

Ignorando los deseos que su padre tenía para su futuro, un joven deambulaba a comienzos del siglo XIX a través de los campos de Inglaterra buscando extrañas especies de escarabajos. Tras encontrar un ejemplar único, este joven vio por primera vez aparecer su nombre en el Catálogo de Insectos Británicos. El nombre de este joven era Charles Darwin. La historia de este joven coleccionista creador de la Teoría de la Evolución es muy similar a la historia de otro joven coleccionista de insectos, esta vez japonés. Como Darwin, Satoshi Tajiri se reveló contra las expectativas de su padre abandonando la compañía eléctrica que éste dirigía y volcándose al estudio de ingeniería en computación. Pero su mayor afición desde niño era la de coleccionar insectos, ganándose el apodo de Dr. Bug (Doctor Bicho) y soñando con convertirse en un entomólogo. Su amor compartido también con los videojuegos, Tajiri colaboró como redactor para revistas como Family Computer Magazine firmando como “Game Freak”. Ya distribuyendo su propia revista de videojuegos y anime de nombre Game Freak, Satoshi Tajiri conoció al dibujante Ken Sugimori con quien emprendió el 26 de abril de  1989 la fundación de la hoy célebre compañía de videojuegos Game Freak. Como el sueño de Tajiri era el realizar juegos de video, compró un paquete de programación y un equipo de desarrollo para la Nintendo Entertainment System. Tras ponerse en contacto con Nintendo, la compañía Game Freak desarrolló varios juegos para las consolas NES y gameboy antes de poner en la mesa su proyecto más ambicioso: la creación de un juego portátil para el game boy en el cual Tajiri podría hacer realidad el sueño de su infancia. Inspirado por juegos de RPG como el Dragon Quest y el Final Fantasy, Tajiri se imaginó un juego en el cual el objetivo fuera el coleccionar criaturas que irían incrementando sus habilidades a medida que la historia del juego fuera avanzando. La idea entusiasmó plenamente a Shigeru Miyamoto (diseñador de los juegos de Mario, Zelda y Pikmin) proponiendo la sumatoria de ideas complementarias a la idea original.

El proyecto se resumiría en el lanzamiento de dos juegos simultáneos que presentaran criaturas diferentes y la compatibilidad con el “cable link”a través del cual estas criaturas podrían ser intercambiadas entre dos jugadores diferentes a través de sus respectivas consolas portátiles. De esta fusión de ideas entre Tajiri y Miyamoto surgen los primeros “Pokémon Green” y “Pokémon Red” lanzados en Japón el 26 de febrero de 1996, la versión verde siendo reemplazada por una azul (“Pokémon Blue”) al ser lanzado el juego dos años más tarde en América. Todos los diseños de las criaturas fueron (y continúan siendo hasta hoy en día) producto de la mente del compañero de Tajiri, Ken Sugimori, y las músicas pegadizas del juego fueron compuestas por Junichi Masuda (quién también continúa componiendo para la saga actualmente). El nombre original del juego era “Capsule Monsters”, y, luego de haber sido modificado a “Pocket Monsters”, fue a continuación abreviado a “Pokémon” en vista de la existecia de un juego de Mattel llamado “Monsters in my pocket”. Tras un año del lanzamiento del juego, el éxito había sido tan rotundo que se comenzó a producir la serie animada de Pokémon, elemento que representó un elemento clave en la combustión de la denominada fiebre amarilla a causa de la mascota de dicha serie, Pikachu.

Muchos amantes de Pokémon (me incluyo) miran con malos ojos esta serie animada por lo alejada que se encuentra de la narrativa y el sistema de juego original, pero es indiscutible que colaboró con creces a la fama que adquirió en el futuro próximo la franquicia entre los niños (también me incluyo). 
Los personajes principales de la serie animada emitida en Japón se llamaron Satoshi (“Ash” en América) y Shigeru (“Gary” en América) en honor a los padres detrás de esta idea. El mercado de productos vinculados con los pokémon fue tan grande que fue necesaria la fundación de una compañía paralela a Nintendo, Game Freaks y Creatures Inc.. The Pokémon Company fue así fundada con el propósito de controlar el merchandising y las licencias de los productos de la franquicia.

Fue tal el fanatismo que despertó en los más jóvenes que incluso se realizaron estudios de comunicación para analizar el fenómeno en niños de diferentes edades. Como un niño que vivió desde adentro ese fanatismo, puedo conocer lo que se encontraba atrás de ese fenómeno social: el mismo entusiasmo del coleccionista que tanto deseaba despertar en los jóvenes Satoshi Tajori. Pero el amor por las colecciones fue también la fuerza impulsora de la empresa Nintendo, ya que esta empresa comenzó su trayectoria como una empresa productora de cartas. En efecto, Nintendo fue creada en 1889 por Fusajiro Yamauchi para producir mazos de cartas del juego japonés Hanafuda. Luego de haber ingresado al mercado occidental con la producción de cartas occidentales y cumplida la Segunda Guerra Mundial, el nuevo presidente de la compañía y nieto de Fusajiro, Hiroshi Yamauchi, decide diversificar el mercado de la compañía pasando así a producir todo tipo de juguetes. Ya inmersa la empresa en el desarrollo de videojuegos hacía años, Nintendo volvió en 1996 al mercado de las cartas coleccionables en vista del lanzamiento del nuevo juego de Pokémon. En colaboración con la empresa Media Factory, comienza así la producción de un juego de cartas basado en los “monstruos de bolsillo” denominado “Pokémon Trading Card Game” (TGC). Queda claro así que el espíritu de la colección es lo que está detrás del secreto de estos 20 años de éxito de la franquicia de Pokémon, el mismo espíritu que dio origen a una de las empresas más grandes de entretenimiento. Más allá de los méritos del desarrollo innovador del genio John Hanke de Niantic, considero que es este espíritu coleccionista (en aleación con una idea creativa y con los diseños atractivos de Ken Sugimori) principalmente lo que está detrás también del fenómeno social que fue despertado de su sueño tras el reciente lanzamiento de Pokémon GO.

El juego de Pokémon no tardó en asociarse con “el origen de las especies” de Darwin, sobretodo por el hecho de que las criaturas literalmente “evolucionan” hacia diferentes formas a medida que aumentan de nivel. Un estudio realizado por el departamento de zoología de la Universidad de Cambridge encontró que la mayoría de los niños tienen una gran capacidad para el reconocimiento de criaturas y especies, pero que su memoria está mucho más propensa a retener información sobre especies de pokémon que sobre especies reales. La razón detrás de esto me parece evidente: Pokémon resulta más entretenido para los más jóvenes que una clase tediosa de biología. Aunque muchos adultos de ojos fruncidos consideran la existencia de Pokémon como un detrimento para la educación y la cultura, otros ven en esta idea una nueva forma de motivar a los alumnos en sus clases. En efecto, el universo de Pokémon está muy vinculado con la ciencia y particularmente con las Ciencias Biológicas. Cada juego de esta franquicia se desarrolla en una isla diferente, y cada isla está inspirada ya sea en una sección del país nipón como en regiones de países como Francia, Estados Unidos o Hawaii.

Desde el comienzo del juego un profesor (científico) se dirige al jugador explicándole las maravillas del mundo Pokémon y cómo los seres humanos se relacionan con estas criaturas. Uno de los objetivos principales del juego, como ya lo mencionamos, es el de llevar un registro a lo largo de la aventura de todas las criaturas encontradas en el camino. A medida que la narrativa del juego se fue desarrollando, la misma se fue haciendo cada vez más compleja y los conceptos biológicos involucrados se fueron incrementando. Un ejemplo de ello es que cada isla posee su propia fauna y flora, por ende sus propios diseños de base para cada generación de nuevos pokémon diseñados por Ken Sugimori, y no todos los pokémon están permitidos en todas las islas como una forma de conservar la ecología propia de cada ambiente. Vemos así que intervienen conceptos como los de la ecología de poblaciones y la conservación de la biodiversidad. Profesores ya emplearon con éxito los conceptos de Pokémon en sus clases de biología para mantener entretenidos y atentos a su alumnado. Por ejemplo, se utilizó en un caso al pokémon Bulbasaur para explicar el concepto de la simbiosis, ya que este pokémon vive en simbiosis con una planta que posee en su espalda y que le permite alimentarse a través del proceso de fotosíntesis. Esta relación interespecífica se da del mismo modo entre los perezosos y las algas verdes. Por otro lado, una docente de 25 años de Rosario, Uruguay, rememorando su infancia y en vista del fanatismo desatado en sus alumnos por el lanzamiento del Pokémon GO, decidió dictar su clases sobre las leyes de Mendel haciendo un paralelismo entre las especies reales y los pokémon. La gran mayoría de los pokémon está inspirada en especies de flora y fauna real que muchas veces escapa al conocimiento de la masa de seres humanos: el pokémon Poliwag está basado en un renacuajo de rana bermeja, Kingler en el cangrejo violinista, Sandlash en el pangolín (mamífero cubierto de escamas de queratina), Mudkip está inspirado en el axolote, un ejemplo de neotenia (es decir un animal que adquirió sus características reproductoras aun en estado larvario), y Elektross es una lamprea. Algunos pokémon incluso están basados en seres de la mitología japonesa, como ser Drowzee, que está inspirado directamente de una criatura folklórica llamada Baku (tapir en japonés) que se alimentaba de las pesadillas de los hombres (el propio pokémon tiene un poder llamado “devorador de sueños”). En esta misma criatura mitológica está inspirado el personaje de Kirby de Nintendo, muy similar al personaje Nana Bunilda de nuestro Río de la Plata. Otro grupo de pokémon está inspirado en organismos fósiles como son los trilobitas, los amonites o el posible ancestro de las aves, Archaeopteryx. La nueva aplicación de Pokémon GO ha llamado la atención incluso de profesionales de la ciencia que descubrieron que la lógica del juego era básicamente el volver su propio trabajo profesional un juego. La idea de este videojuego trae nueva luz principalmente a los zoólogos al descubrir en la realidad aumentada una nueva herramienta de muestreo de nuevo material para una colección. Hasta el día de hoy, cada vez que se encuentra una especie nueva a ser identificada y archivada, el ejemplar “capturado” (sin pokébolas) debe morir para así ser agregado a la colección. A este ejemplar muerto se le denomina “holotipo” (muy similar a una nueva entrada en el pokédex, ¿no?).  Muchos científicos han visto en esta aplicación así la posibilidad de mantener una colección virtual de las especies descubiertas sin necesidad de generar la muerte de los ejemplares.

Pero Pokémon no sólo interesa a los biólogos, sino que también atrae la atención de los matemáticos. Cabe recordar que la colección de especies de pokémon es sólo uno de los objetivos del juego, siendo el siguiente gran atractivo las peleas entre los entrenadores de las criaturas. En efecto, el sistema de combate del juego de pokémon (muy similar a una compleja partida de cartas) mantiene una infinidad de posibilidades a la altura de un juego de ajedrez. Las matemáticas de pokémon no sólo se asemejan a las del ajedrez, sino que incluso compiten con ellas. Cada jugador consta de seis pokémon que pueden ser escogidos entre las 721 especies existentes hasta el momento (en los inicios de la saga habían sólo 151 pokémon conocidos). Los combates se dan por turnos. Las piezas de ajedrez pueden moverse en 8 direcciones diferentes, mientras que un único pokémon sólo puede realizar 4 movimientos diferentes, sólo que éstos movimientos pueden ser también escogidos dentro de una lista muy extendida. Los ataques se dividen en tres clases: ataques ofensivos, ataques defensivos y ataques que afectan el status del pokémon contrario o del propio. Existen hasta el momento 19 tipos diferentes de pokémon basados en elementos de la naturaleza (agua, fuego, roca, planta etc), cada cual pudiendo poseer dos tipos simultáneos a partir de los juegos de segunda generación. Existen tipos débiles o fuertes contra otros y los jugadores pueden cambiar de pokémon en caso de que el contrincante utilice un pokémon que es fuerte contra el de su tipo. En caso de que un ataque sea eficaz, el daño se multiplica por dos, y en caso de ser poco efectivo, el daño se multiplica por 0,5. Para complicar aun más el juego, a partir de la tercera generación de la saga se incorporó el combate doble, es decir que cada jugador utiliza a la vez dos pokémon. Un jugador que posea una buena estrategia puede ser inquebrantable. Y esto no es más que un pantallazo de lo que es la complejidad ecuacional del juego realmente. Podemos entender así que ganarle a un campeón mundial de pokémon no es ningún juego de niños.

La mecánica de Pokémon GO es bastante más simple que la de los juegos tradicionales, no pudiendo el jugador entrenar a sus criaturas ni desarrollar una estrategia para luego enfrentarse a otros jugadores, pero el hecho de que los pokémon aparezcan en diferentes sitios y ambientes según su tipo motiva al jugador a moverse por la ciudad para completar su colección. Desde su comienzo Pokémon llamaba la atención por no ser el tipo de juego que tradicionalmente rompería en ventas en occidente (en oriente estos juegos son mucho más jugados). Eso se debe a que se trata de un juego de rol o RPG (role playing game), es decir un juego con muchos diálogos en el cual el personaje del jugador no es el mismo al comienzo que al final del juego, mejorando sus habilidades así como aumentando el repertorio de las mismas. Esta clase de juego suele tener también un montón de elementos (“Items”) al servicio de la estrategia. Los juegos de rol no suelen ser los más vendidos en Occidente, siendo constantemente superados por juegos como los Call Of Duty, los Fifa o el Candy Crush.  Pero Pokémon ha sido desde su primer lanzamiento la gran excepción.  Aunque muchos vean con negatividad la aparición de Pokémon GO en los teléfonos celulares como un factor de alienación progresiva de los individuos, me atrevo a especular que la mayoría que compone esa opinión nunca jugó un juego de pokémon en una consola portátil, aunque muchos sí hayan pasado horas perdidos en otros juegos menos complejos distribuidos a mansalva en la tienda de Apple disponible en los smartphones. Ese es otro factor que considero ha potenciado la sorpresa de la población ante este fenómeno, ya que los juegos de video antes estaban reservados para aquél grupo selecto de “gamers” que durante su crecimiento tuvo que soportar la discriminación tanto de sus padres como de su entorno social por dedicar su tiempo a una forma de entretenimiento que se encontraba aun en pañales. El mismo tipo de juicios debieron de afrontar aquellos jóvenes que pasaban horas de su vida encerrados en las primeras salas de cine maravillados con aquellos “palacios de sueños” y todas las posibilidades que ese nuevo arte daba a la creatividad de la imaginación. Los jóvenes que a comienzos del siglo veinte soportaron la presión de los dedos que los señalaban se convirtieron en los cineastas que hoy en día son galardonados por la crítica oficial.

Con el advenimiento de la tecnología de teléfonos inteligentes que permiten el fácil acceso a juegos desde una tienda en línea, los videojuegos se han vuelto masivos y el mercado de los mismos ha crecido exponencialmente. Aquellas personas que se reían de quien pasaba su tiempo jugando frente a una pantalla hoy son ellas mismas (sin saberlo ni poder creerlo) “gamers” también. La saga de Pokémon no revivió ahora por el lanzamiento de esta nueva aplicación, sino que seguía viva en todos los jugadores de consolas portátiles de Nintendo y en aquellos que poseyeran emuladoras de estas consolas en sus celulares o computadoras. Lo que provocó el lanzamiento de Pokémon GO es que aquellas personas que siempre amaron la franquicia, pero que se vieron obligadas a reprimir este amor a causa de las presiones de su entorno, se desinhibieran y salieran a la calle a exhibir su pasatiempo y perder el miedo de decir: “a mí me gusta, ¿y qué?”. Hay quienes critican a Pokémon por haber generado un fanatismo que puede llevar incluso a la muerte de ciertos individuos… cada cual con su locura. El amor exacerbado hacia un objeto de deseo siempre existió en la humanidad y le es inherente. Casos del estilo están presentes en  fenómenos como el de los Beatles, de películas taquilleras como el Señor de los Anillos, del amor hacia un líder como Napoleón o Julio César, del amor hacia una religión (ya sea cristiana, islámica, judía o rastafari), e incluso del amor hacia una bandera nacional o de un equipo de fútbol. Ahora que lo pienso mejor, es todo un tema de religiones, y cada cuál tiene la suya, mismo el ateo (La Ciencia).

Con la aparición de esta nueva aplicación, otros tantos utilizan el miedo a perder nuestra privacidad para atacar la iniciativa y el fenómeno social que ha despertado. Por utilizar los datos de geolocalización de cada celular para poder funcionar y por haber sido desarrollada por una empresa como Niantic, que formaba parte de Google y que probablemente también tenga contacto con las fuerzas de inteligencia de Estados Unidos, vibran las noticias conspirativas de “1984” de George Orwell y las ideas del panóptico de “Vigilar y castigar”  de Michel Foucault. Pero les tengo una noticia que quizás les incomode un poco: sus datos, TODOS sus datos, ya son accesibles a las fuerzas de inteligencia de los países líderes mundiales desde hace diez años con la creación de las redes sociales como Facebook y del servicio de Google maps y StreetView. La aplicación de Pokémon GO no les proporciona a los líderes nueva información sobre nuestras vidas, a excepción quizás de la cámara para lograr la supuesta realidad aumentada. El tema de la cámara para posicionar a las criaturas dentro del marco de nuestra realidad es otro de los puntos tocados por este tipo de crítica, pero la CIA ya tiene acceso a todas nuestras fotos, videos y conversaciones, y la cámara de la aplicación de este juego es opcional, y por experiencia sé que la mayoría no la usa, no sólo porque consume mucha batería, sino porque lo que más les importa es divertirse buscando. También podrían los dioses de la bandera de rayas y estrellas movernos como piezas de ajedrez en un tablero posicionando a los pokémon donde más les convenga tenernos, pero en la aplicación no aparece la posición exacta de dónde se encuentran las especies, sino que hay que buscarlas, y en caso de haber un peligro inminente o un acontecimiento de importancia sociopolítica, las redes sociales y los medios de comunicación están a una vibración y un movimiento táctil de distancia en el propio dispositivo. 

Pero descuiden, a los líderes poco les importa lo que escribe un estudiante, si robaron el bar de la esquina o si les fueron infieles a sus parejas. Estamos en una época en la que los datos de todos son líquidos y fluidos, las mentes se interconectan cada vez más, con los pros y los contras que eso significa. Lo único que nos queda por hacer con el poder es usar las propias herramientas de la tecnología para generar un contrapoder, cosa que hoy, por suerte, es una posibilidad más que real. Eso sí, si lo planean hacer, no lo publiquen en Facebook ni salgan a cazar pokémon sacándoles fotos y nombrándolos “Mi Revolución”. Existen también aquellos que critican a Pokémon GO argumentando que aliena a quienes los juegan generando zombies perdidos en una pantalla que son dirigidos por el mercado hacia un abismo. Estoy en contra de la economía de mercado capitalista, de sus leyes y de su filosofía, pero por ahora, estamos todos como sociedad hundidos en ella. Incluso los artistas se ven obligados a vender su obra y su trabajo para sobrevivir, y el éxito y el reconocimiento de un artista trae consigo en este sistema la puesta en sombra de otros artistas. Aun así, no vi nunca a nadie apuntar con juicios a juegos como el Candy Crush que son realmente alienantes (ya que no tienen en cuenta la conexión directa con otros seres humanos), repetitivos, adictivos, y forman parte de una fórmula repetida hasta el cansancio. Así como el cine, hay que recordar que los juegos de video son un nuevo arte que vincula a través de la tecnología a varias artes y a la ciencia. Este arte está también influenciado por la Industria Cultural, y, si hacemos un paralelismo con el cine como arte, el juego de Pokémon  fue en su momento una vanguardia y hoy es un juego de culto. Si el Pokémon GO ha superado rápidamente en descargas a juegos como el Candy Crush, no es debido a un misterioso control mental que se oculta detrás de las compañías involucradas en su desarrollo, sino al amor que guarda una gran parte de la humanidad por la creación original de Satoshi Tajiri. Personas como Tajiri o Miyamoto aman lo que hacen y, más allá de su éxito o fracaso económico, continuarían haciéndolo de la misma forma que comenzaron su camino décadas atrás. Es ese profundo amor que sentía Tajiri por la pasión que motivó siempre a su niño interno lo que lo llevó a tirarse al agua y a crear su juego soñado, un juego único y embebido de su persona.

En el año 2015 asistí a un congreso de videojuegos en el que la mayoría de desarrolladores y empresarios instaban al público a desarrollar juegos adictivos y formulaicos si querían tener éxito en el mercado. Personas como Tajiri o Miyamoto nunca hubieran escuchado tales consejos porque realmente creían y creen aun hoy en su propia pasión y en su propio camino. Dentro de la filosofía de la empresa de Nintendo siempre estuvo como premisa el entretenimiento en conexión con amistades o familiares, y el propio atractivo de los juegos de Pokémon es la conexión con otros seres humanos, privilegiándose el juego en presencia física con los otros jugadores. No es casualidad que luego del lanzamiento de Pokémon GO se hayan generado conglomerados de amigos en las calles y en las plazas. Una anécdota que tengo retrata bastante bien como este juego puede ser potencial creador de amistades. Me encontraba sentado en una clase de la materia de Evolución de la carrera en Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad cuando mi mirada distraída se posó en una mano que enfrente mío garabateaba una forma que de apoco estimulaba mi memoria. Cuando mi mente hizo las conexiones necesarias, con una sonrisa llamé la atención del compañero que tenía enfrente mío y lo felicité por la fidelidad con la que había dibujado a Eevee (un pokémon). Me hice su amigo enseguida. Este amigo se especializó en Biología Evolutiva y luego de recibirse se embarcó hacia Japón para terminar sus estudios en su archipiélago soñado. ¿Es casualidad o su amor por Pokémon dirigió el camino de su vida? Yo mismo me recibí de biólogo aunque mis pasiones hayan tomado otros rumbos. Estoy seguro que el sueño de Satoshi Tajiri tuvo algo que ver con nuestras decisiones. Considero en fin que dentro de la industria de los videojuegos, pocos juegos son menos alienantes que los juegos de Pokémon, ya que la amistad está en la base de los mismos.

No sólo los juegos de Pokémon motivan a los más jóvenes a interesarse por la ciencia y la biología, sino que a lo largo de la serie de juegos la narrativa ha ido desarrollando todo un paralelismo con la relación existente entre los seres humanos y la naturaleza, filosofía característica de oriente. Esta saga ha recibido críticas porque las criaturas evolucionan de un salto de una forma a la otra, como por “arte de magia”, pero el vínculo más importante en de este juego con la biología no es el proceso de especiación por mutaciones consecutivas, sino la evolución de la relación entre las especies entre sí, incluido el ser humano.

Una de las últimas entregas que consistió en el lanzamiento de dos juegos denominados Pokémon Black (Negro) y Pokémon White (Blanco), en honor al encuentro entre energías contrapuestas del Yin y el Yang, trae consigo toda la filosofía del budismo con respecto a la relación del ser humano con su entorno. En este juego se nos presenta a un personaje que se hace llamar “N”, que es huérfano y creció entre los pokémon. Este personaje guarda un profundo rencor en contra de la humanidad y de su egoísmo, considerando que no tienen derecho a capturar a las criaturas y de usarlas para sus propios fines. Al haber sido criado entre pokémon, comprende su idioma y sabe que cada uno posee un nombre diferente a la categoría en la cuál pretenden clasificarlo los humanos. Su objetivo es forzar a las personas a liberar a sus criaturas levantando una revolución. En su camino destruye los laboratorios y recluta miembros para sus fines. En una escena, una profesora de ciencia encuentra a “N” saboteando su laboratorio y entra así en un diálogo con él para entender la razón de sus actos. N le explica que la clasificación según leyes arbitrarias de los pokémon en una taxonomía por parte de los humanos es una expresión de su ego y que se encuentra en contra por ende en contra de la ciencia. A mi sorpresa, la profesora le responde que entiende su punto de vista, pero que la clasificación de la naturaleza por parte de la ciencia es lo que ha permitido el mejoramiento de la relación y la comunicación de los seres humanos con la misma, considerando que al entender mejor a una especie, es posible mejorar también el relacionamiento con ella. ¿Acaso no retrata la historia de los monstruos de bolsillo la relación de nuestra propia especie con respecto al resto de los animales y plantas?
Por más que la ciencia lleve a cabo investigaciones que significan una agresión para la naturaleza, es a través de los resultados de estas investigaciones que la humanidad ha logrado mejorar, a través de un mayor entendimiento lógico, su relación con el mundo natural que lo exceptúa. Así se instaura la paradoja que está inscrita en nuestra propia evolución. Al final del juego, N aprende que las ideas contrapuestas siempre van a existir, y que es más, es de esta contraposición que surge la fórmula que da posibilidad al propio concepto de la paz.

 Estos juegos están llenos de la magia tan típica de la mitología oriental, y nos instan así a recordar que existe algo más grande que nosotros mismos a la vez que cumplimos un rol activo en el juego de la vida. Quizás en próximas entregas los jugadores descubramos que los propios humanos también son criaturas mágicas como los pokémon. No hay que olvidar la importancia del mito y del símbolo, tan opacada por la lógica en la cultura occidental. No hay que olvidar tampoco que no somos los creadores de la ciencia, la práctica científica descubre una magia que siempre estuvo ahí, antes de nuestra existencia, y debemos aprender a reconocer esta magia en nuestras propias manos. Otra enseñanza que nos dejan juegos como Pokémon es que no debemos perder la capacidad de sorprendernos, típica de los ojos de un niño. Muchos adultos (y tristemente jóvenes también), asfixian al niño que llevan dentro y que es fuente de la motivación de sus pasiones simplemente por ceder ante las presiones del entorno. No es que esto sea tan sorprendente para un biólogo, ya que las personas también somos animales y no hay nada más instintivo y natural que la norma que rige el comportamiento de una mayoría. Pero si realmente nos creemos civilizados (personalmente creo que la civilización humana aun está en su adolescencia), deberíamos aprender a indignarnos con propagandas como las que ideó la empresa de preservativos “Tulipán” aprovechándose de la visión de un grupo frente al lanzamiento del Pokémon GO. Este grupo es aquél que considero más primitivo, aquél cuyo proceso de madurez personal culminó con su madurez sexual. Aquél grupo de matones que se reían de aquellos que jugaban juegos de Pokémon en su adolescencia, matones que, por su propia naturaleza competitiva y superficial, seguramente se adecúen a puestos de poder social en su vida adulta (aunque las ideas productivas del poder las fabriquen aquellos de quienes se reían). Como digo, nada nuevo para la biología. Considero que la madurez en nuestra especie no se reduce a una adquisición de las capacidades reproductivas y a el esparcimiento de genes, sino que la madurez es un concepto que incluye la integración a una sociedad fundada en los valores del altruismo y la fraternidad. Madurar para un ser humano significa aprender lo que en ecología se denomina “competencia por cooperación“. Considero también que juegos como el que ha agitado al Uruguay a comienzos de agosto nos enseñan que la vida, después de todo, no es más que un juego. Se nos ha enseñado desde hace generaciones que el sufrimiento es casi una premisa de nuestra existencia, y las ideas de la competencia entre especies e individuos se ha sumado a esta lógica en el sistema económico que rige nuestras relaciones intraespecíficas. Estamos en una era en la cual se nos comienza a presentar un nuevo horizonte: un futuro que nos enseñe desde jóvenes a disfrutar la vida y a hacer del trabajo y el cansancio un entretenimiento. Si logramos transformar el trabajo y la competencia intraespecífica en un juego que resulte divertido a cada individuo, lograríamos encontrarnos cara a cara con el trabajador ideal visionado por Karl Marx.

El fenómeno social despertado por Pokémon GO a escala mundial durante los últimos meses representa una oportunidad para que los adultos de almas envejecidas recuperen el espíritu abierto al asombro característico del niño. Muchos individuos se vieron obligados a asfixiar ese entusiasmo cuando llegaban a su madurez sexual a causa de las presiones de su entorno social. nada de extrañarse en vista de que esas presiones existen en cualquier especie de mamíferos sociales como la nuestra. Pero muchos de esos individuos se convirtieron en adultos esforzándose por ignorar esas presiones y logrando así conservar su entusiasmo, motivaciones y pasiones inherentes a cada cual. Mantener despierta esa capacidad de asombro, libre de prejuicios y propia del niño, ayuda al adulto a volverse más receptivo frente a informaciones nuevas, lo que potencia su capacidad de aprendizaje y favorece la formación de una sociedad más educada en el futuro. No debemos olvidar que los juegos de video son un arte que, como dije antes, involucra a todo un conjunto de artes en relación con la ciencia a través de la tecnología, y todo arte es transmisor de valores y, por ende, de cultura. No sólo Pokémon está embebido de los valores de una persona valiente llamada Satoshi Tajiri, sino que nos brinda los dibujos de Ken Sugimori y la música de Junichi Masuda. Mis últimas palabras de esta forma no podrían ser otras más que las de aliento: los invito a acercarse a esta saga como una gran expresión del milenario entusiasmo del coleccionista.