Nota publicada en la sección CROMO del diario El Observador
Durante los últimos cincuenta años, la relación del ser humano con el medio ambiente no ha hecho más que deteriorarse. Anualmente se producen 300 millones de toneladas de residuos plásticos, de los cuales 13 millones se calcula que se arrojan a los océanos. Debido a esto, según un estudio de la revista Proceedings de la Academia nacional de Ciencias, el 90% de las aves marinas del mundo acumula residuos plásticos en su aparato digestivo. Por otro lado, la OMS señala que nueve de cada diez personas respira aire contaminado, cuando el calentamiento global debido a las emisiones de carbono ya ha reducido en 40 años aproximadamente el 40% del área cubierta por hielo marino.
Ante este panorama cuasi apocalíptico, generar concientización dentro de la sociedad para cambiar los hábitos humanos diarios parece, más que una necesidad, una urgencia. En este sentido es que el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), junto al Consejo de Educación Secundaria (CES) y el Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP), dan desde 2016 la posibilidad a alumnos de centros educativos de secundaria y de UTU de presentar sus proyectos al Concurso de Eficiencia Energética.

El pasado 10 de abril de 2019 se realizó a las 11 de la mañana la feria “Exposición de ideas brillantes” en el Centro de Escalada Deportiva “La Muralla”, en donde se expusieron algunos de los trabajos que fueron premiados en ediciones anteriores del concurso. Alumnos de liceos y escuelas técnicas de todo el país acudieron al evento para presentar sus proyectos al público interesado y para participar de una jornada de integración y puesta en común de ideas. Luego de haber culminado la etapa “expositiva” de la feria, los estudiantes pudieron disfrutar de una actividad deportiva en la cual la escalada, las alturas y los arneses fueron protagonistas.
En medio de este clima de diversión y alegría, la Encargada de Comunicación del MIEM, Melina Pais, contó a Cromo que una de las líneas estratégicas del Ministerio está enfocada en promover la eficiencia energética, y eso equivale a generar un cambio cultural. Para presentarse al concurso, los centros educativos interesados deben antes que nada realizar un diagnóstico energético de sus instalaciones, para luego presentar un informe al MIEM detallando cuáles serían aquellos cambios que se podrían realizar para funcionar de forma más eficiente en cuanto al uso de la energía. Los premiados verían financiados tales cambios en su centro educativo. Para realizar estos análisis de datos, dice Pais que el Ministerio tiene un convenio con la organización sin fines de lucro “Ciencia Viva”, que otorga a las instituciones que participan en el concurso maletines llenos de sensores y herramientas de medición, como cámaras termográficas y enchufes inteligentes que miden el consumo eléctrico. “Es fundamental que los gurises se apropien de la tecnología y que la puedan aplicar a todos estos conceptos”, resalta Pais, “ellos son los protagonistas en todo momento”.

Alumnos, profesores y técnicos de la Dirección Nacional de Energía se mantienen en contacto a través del desarrollo de todos los proyectos a través de la plataforma “Crea2” facilitada por el Plan Ceibal. “Es un ámbito que favorece mucho la articulación cuando estamos hablando de centros tan dispares en todo el país; es algo que acerca mucho los proyectos”, afirma Pais, “ellos permanentemente están contando sus procesos, las dificultades que tienen, los logros que alcanzan”. Según la comunicadora, la gran diversidad de proyectos que se presentan al concurso se debe a la propia diversidad de idiosincrasias del espectro de centros educativos. Mientras los estudiantes de escuelas técnicas están más inclinados a innovar desde la construcción de nuevos dispositivos eficientes, los liceos están más enfocados en trabajos de difusión, de sensibilización del público, explotando un lado más artístico. También destaca Pais lo enriquecedor de la convergencia entre todo un abanico de diferentes disciplinas como la matemática, la física, la química, la literatura o la historia.

Cuatro alumnos de la UTU de Malvín Norte, Luca de los Santos, Luciano Artabe, Matías Silva y Mateo Rouco, todos de entre 14 y 16 años, contaron a Cromo que su grupo ganó el primer premio del Concurso de Eficiencia Energética en 2017 en la categoría UTU. En esa ocasión idearon un molino que utiliza la energía eólica para cargar celulares, así como un aislante térmico fabricado a base de bolsas de plástico. Gracias a los consejos brindados por la empresa Bromyros especializada en aislamiento térmico, los jóvenes comprendieron que era más eficiente el llenar las bolsas de aire en vez de sólo derretirlas.
Estos inventos luego los utilizaron en su “proyecto emblema” (como lo llama su profesor de tecnología Valentín Martínez): una casa eficiente en forma de domo geodésico construida en su 97% a partir de materiales reciclados. Equipada con paneles solares, aislantes térmicos, molinos de viento, sensores de luz para apagar y prender automáticamente las luces, y sensores de humedad y calor para controlar el riego y la calefacción, la casa sustentable les valió el segundo premio el año pasado. “Pensamos que es un tipo de vivienda multifuncional, sustentable, que cumple con el objetivo número 11 del programa de desarrollo sostenible denominado «Ciudades y comunidades sustentables» de la ONU”, dice Valentín Martínez.

Por su parte, Leto Sánchez de 17 años y su profesora de química Florencia García, del Liceo Departamental de Colonia, dijeron a Cromo que su grupo ganó el primer premio en la categoría de secundaria en 2016 gracias a toda una campaña de sensibilización que parte desde tres etapas: formación, información y transformación. La etapa de formación es más personal, consiste en su propia preparación para lograr la segunda etapa: la de informar a la comunidad lo aprendido. “Aprendimos desde diferenciar ahorro energético de eficiencia energética, y de ahí en adelante todos fuimos aprendiendo un montón de cosas”, dice Florencia García. Según Leto Sánchez, lo importante para ellos es que “los jóvenes sean catalizadores de este cambio, que sean aquellos que generen información para que nuevas personas se involucren”. En el mismo sentido, Melina Pais comentaba: “siempre nos dicen que las mayores resistencias al cambio se dan del lado de los adultos”.
La etapa de transformación consistiría en la generación de cambios constatables en los hábitos de la comunidad, etapa que Sánchez y García creen que cumplieron con creces a través de su trabajo de difusión en redes sociales a través de su canal “Operación Luciérnaga”, disponible en YouTube, Instagram y Facebook. “Nosotros no somos tanto de hacer circuitos y cosas, hacemos más campañas de comunicación”, dice Leto Sánchez, “no nos queremos electrocutar, somos medios bestias, aunque ya nos vamos a lanzar”.

Con los 500 mil pesos que constituyen el primer premio, la UTU de Malvín Norte pudo comprar colectores térmicos para calentar el agua, y tanto su centro educativo como el de Colonia lograron cambiar todas sus luminarias por luces LED de bajo consumo. Ambas instituciones educativas piensan presentarse este año al mismo concurso, para el cual hay tiempo de presentarse hasta el 26 de abril inclusive. Estas iniciativas no sólo ponen la creatividad de los estudiantes al servicio de la eficiencia de sus propias instituciones, sino también al servicio de toda la comunidad. Las familias y allegados de los alumnos involucrados terminaron ellas mismas ahorrando recursos y energía al verse influenciadas por los proyectos de sus hijos. Tanto Melina Pais como Florencia García ponen énfasis en el compromiso de los docentes y alumnos frente a estas iniciativas, trabajando de forma extracurricular de cara a un mismo objetivo. “Cuando recién empiezan están más tímidos, más inseguros, y luego están totalmente empoderados, abanderados, te lo cuentan con una propiedad, con un entusiasmo y un orgullo que me parece es genial”, dice Pais.