Huellas de luz

Nota publicada en la sección CROMO del diario El Observador

La artista Manuela Aldabe cuenta el proceso detrás de la exposición de cianotipia presente en el EAC y explica el valor actual de esta técnica fotográfica experimental.

La formación de un laboratorio botánico

Si nos interesamos por el origen etimológico de la palabra “tecnología”, descubrimos que ésta está formada por las palabras griegas “techné”, que significa arte, técnica u oficio, y “logos”, que nos envía al discurso, al estudio o al razonamiento. Quien dice “arte” se encuentra entonces diciendo “técnica”, y el artista que domina y pone en práctica el conjunto de saberes que encierran a una técnica se encuentra haciendo tecnología. A partir de la Revolución Industrial, la ciencia ha sorprendido al ser humano continuamente con innovaciones tecnológicas cuyos saberes son cada vez menos abarcables para la lógica del ciudadano promedio. Todos utilizamos tecnología que se ha vuelto indispensable en el día a día, pero cuyos secretos de funcionamiento ignoramos en su mayoría. ¿Cuántas personas pueden describir rigurosamente los procesos que se encuentran actuando cada vez que presionan el botón (táctil o mecánico) para tomar una fotografía en su cámara digital o en su teléfono celular?

Leonardo Carreño

Lo mismo se cuestionó la artista Manuela Aldabe cuando decidió abandonar su cámara digital y comenzar a trabajar con una de las más antiguas técnicas de fotografía: la cianotipia. Actualmente se encuentra en exposición en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC), antigua cárcel de Miguelete, el resultado de una serie de talleres que realizó mensualmente Aldabe entre mayo y diciembre del 2018 en conjunto con los responsables de la huerta “La Quinta”. Esta huerta surgió como un movimiento que buscaba generar un núcleo de integración social para el barrio, y cuando la artista se enteró de su existencia, no tardó en interesarse en emprender un proyecto en conjunto. La actividad consistió en un registro fotográfico de las hojas de cada planta presente en la huerta, en cada una de las etapas de su desarrollo. Mientras los participantes del proyecto aprendían los secretos de una técnica fotográfica tradicional y artesanal, la fotógrafa aprendía los secretos del cuidado de una planta.

En efecto, Aldabe dijo a CROMO que desde pequeña tiene una relación cercana con el mundo de las plantas debido a que su padre es ingeniero agrónomo. “La planta como ser misterioso e imprescindible en la vida lo tengo muy cercano por mi padre”, dijo, “pero aun así no soy muy buena cultivando”. Por este motivo, su trabajo junto a sus compañeros de La Quinta le resultó muy enriquecedor. Todo lo que encierra a Aldabe tiene un fuerte compromiso comunitario y su fotografía busca implicar al espectador desde lo social. Este caso no es la excepción, ya que uno de los aspectos que más llamó su atención fue el carácter integrador de la actividad que tenía lugar en la huerta. En este sentido, lo artesanal de la técnica fotográfica seleccionada no sólo facilita el acercamiento de toda persona interesada dentro de una misma experiencia de taller, sino que a su vez lleva a todo el grupo a compartir un mismo lenguaje alrededor de la técnica empleada. Y esta actividad atrajo a toda una diversidad de personajes, entre los que se encontraron botánicos, transeúntes, ancianos que frecuentan ese espacio, artistas y hasta el mismo cuida coche de la cuadra.

Una técnica que privilegia el contacto

 La artista afirma que gran parte de su obra está relacionada con la conexión, con el contacto, por lo que viene trabajando “la necesidad de captar la energía de los objetos sin cámara, cada vez con menos intermediarios”. Es importante por ende que los materiales y objetos con los que trabaja toquen el soporte en el que quedarán impresos. Antes de inmortalizar la silueta de las plantas de esta huerta, la fotógrafa ha trabajado con las impresiones de prendas de mujeres víctimas de feminicidio, presentes en su última exposición llamada “Toco tu piel”, así como con la fotografía del vestido de novia de Delmira Agustini (también víctima de feminicidio). Es importante para ella entonces la búsqueda de una “memoria de los objetos” a través de la huella que dejan eternizada para nuestros sentidos.

Según Aldabe, “es la propia temática de la obra la que termina dando la técnica a emplear, y en esta ocasión la cianotipia y la botánica van muy bien”. Ambas ciencias están emparentadas para la creadora ya desde sus propias necesidades: tanto la cianotipia como la botánica necesitan de la luz del sol. Además, una de las pioneras en esta técnica fotográfica fue precisamente una botánica, Anna Atkins, quien publicó el primer libro de documentación fotográfica. Aprendiendo esta técnica directamente de quien la creó en 1842, John Herschel, amigo de su familia, Atkins la utilizó como una alternativa para realizar los dibujos con los que llevaría un registro de las diferentes especies de plantas a documentar. La propia Aldabe considera que este  tipo de técnica se acerca más al concepto original de la fotografía que la moderna foto digital, ya que ella entiende a la fotografía como un “dibujo de luz”.

De hecho, la cianotipia es un procedimiento a través del cual se obtiene una imagen de color azul, negativo de un objeto que ha sido apoyado sobre un soporte embadurnado previamente con un material sensible a la luz ultravioleta. Este arte consiste en mezclar dos sustancias químicas, ferrocianuro de potasio y citrato de amonio y hierro, para luego pintar con la mezcla un soporte (puede ser papel, tela o lienzo) en varias capas superpuestas. Al exponer el preparado a la luz del sol, el hierro presente en el material sensible reacciona a los rayos UV y se adhiere al soporte (se dice que “precipita”) adquiriendo un color llamado “azul de Prusia”, muy similar al cian (de ahí el nombre de la técnica). En todas aquellas regiones del soporte donde no haya llegado la luz, por estar cubiertas por el objeto a fotografiar, la mezcla no reaccionará. Finalmente lo último que resta para obtener una fotografía es lavar el material con agua para eliminar toda la sustancia que no se haya adherido. Es la etapa de revelado.

Mucho más que un click

Según Manuela Aldabe, gran parte del atractivo de la fotografía es su relación con la vida misma, ya que no sólo es importante la luz, sino que “las sombras también son necesarias”. “Yo suelo decir que la cianotipia es muy romántica”, dice Aldabe, “porque cuando las toca el sol estas sales se abrazan al soporte y se quedan unidas en una fotografía”.

Por una lado, la artista decidió comenzar a usar la cianotipia por necesidad ya que deseaba trabajar con obras más grandes (de 8 a 15 metros) y la fotografía digital le resultaba engorrosa y aburrida. Por otro, a Aldabe le pareció que una técnica más artesanal transmitía una enseñanza: “no todo en la vida se hace con un click y todo conlleva una construcción”. Tanto en este tipo de fotografía antigua como en el cuidado de una huerta lo más importante siempre es el proceso, y eso es lo que hizo de este taller un ámbito de laboratorio. Para tomar la simple fotografía de una hoja es necesario preparar los químicos, el material sensible, pintar el soporte, y después todo el preparado debe reposar al sol entre diez y veinte minutos. “Tenemos que estar atentos observando durante todo el proceso”, dice la fotógrafa, “por eso se habla en este caso de fotografía experimental”. “Hoy estamos muy anclados a las computadoras”, continúa, “y la vida se ve cada vez más desprovista de verde, de conexión con lo que manipulamos, y de acá (de la huerta) nos vamos con un objeto tangible, que existe”.

Manuela Aldabe contó a CROMO que el grupo responsable de las obras de esta exposición ya quedó seleccionado para llevar a cabo el mismo taller que el año pasado pero con otras técnicas fotográficas. Esta vez las técnicas a implementar incluirán la antotipia, que utiliza el material fotosensible propio de las plantas, la copia sobre clorofila, y la goma dicromatada, que utiliza sales de cromo sobre goma arábiga.

Bruno Gariazzo

Una amistad milenaria e insustituible

Nota publicada en la sección CROMO del diario El Observador

En vista de la nueva integración de un halcón robotizado al grupo de aves rapaces destinadas a la cetrería en el Aeropuerto de Carrasco, Cromo se comunicó con el cetrero Mauricio Rattin para conocer más sobre el pasado y el futuro de este arte milenario .

A lo largo de su evolución, la relación del ser humano con su entorno se ha visto marcada por un progresivo dominio ejercido sobre la naturaleza para adecuar ésta a la eficiencia de sus actividades. Desde el uso del buey para el arado de los cultivos hasta el servicio prestado por la mula para el transporte de carga, otros animales han servido al Homo sapiens desde los albores de su razón. Pero no todos los animales que acompañaron a este primate durante su historia han sido meramente esclavos de sus fines. Muchos se han visto beneficiados a su vez por la colaboración, generándose así amistades milenarias que hoy caen fácilmente bajo la denominación de “mascotas”. El perro, “el mejor amigo del hombre”, sería el ejemplo más evidente, pero existen otros menos célebres, que no son comúnmente considerados ¨mascotas¨ y cuya relación con el humano es sorprendente: las aves rapaces.  

La llamada “cetrería” es el arte de cazar empleando aves de presa entrenadas, como halcones o gavilanes. En esta procura de alimento, ambas especies, el ser humano y el ave, se veían beneficiadas, desarrollándose así una simbiosis que fue definida por el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente como “la primera vez en que el hombre no sometió al animal al yugo y al látigo”. Esta práctica se cree se expandió desde Asia, ya que era frecuente entre las poblaciones nómadas de mongoles descendientes de Genghis Khan. Introducida en Europa Occidental a través de las invasiones godas, la cetrería se popularizó durante la Edad Media como un medio de diferenciación social. En diálogo con Cromo, el cetrero uruguayo Mauricio Rattin contó que en esa época “los grandes halcones eran volados por los nobles, a diferencia de los pequeños halcones o gavilanes que podían ser utilizados por los miembros del clero”. El declive de esta forma de cacería comenzó con el surgimiento de las armas de fuego, pero aunque los avances técnicos mitigaron su popularidad, la cetrería fue declarada en 2010 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad  por la UNESCO.

Patrullando desde los cielos

Actualmente, Mauricio Rattin forma parte de un equipo de cinco cetreros que trabaja desde el 2008 controlando la fauna presente en el predio del Aeropuerto de Carrasco. La primera vez que se utilizaron aves rapaces para realizar controles biológicos en aeropuertos fue en los años 70 en España, por el ya mencionado Félix Rodríguez de la Fuente. “Nosotros brindamos las herramientas prácticas al programa de control aviario y fauna «Guardianes de los Cielos», donde se estandariza el servicio en función de la normativa que es impartida por Organización de Aviación Civil Internacional (OACI)”, informó Rattin. Básicamente, su trabajo consiste en utilizar toda una batería de métodos, tanto reactivos como preventivos, para desalentar que se instalen en la zona animales que puedan significar un peligro para el aterrizaje y despegue de los aviones. Entre los métodos preventivos se encuentran los trabajos de manejo del ambiente, como el drenaje de acumulaciones de agua que podrían atraer a la fauna, censos que permitan conocer el uso del espacio aéreo del aeropuerto por las aves, y el control biológico con técnicas de cetrería. En cambio, los métodos reactivos incluyen el uso tanto de pirotecnia, como de perros de acoso de la raza Border Collie y de aves de presa. Recientemente se agregó un nuevo elemento a estos métodos: un robot que intenta parecerse a un halcón peregrino como para usarlo de manera intercalada con las aves de carne y hueso.

Camilo Dos Santos
Camilo Dos Santos

La empresa Cetrería del Sur , a la que Mauricio Rattin pertenece, no sólo trabaja para el aeropuerto, sino también para el área agrícola e industrial controlando las poblaciones de especies consideradas plagas, como la paloma doméstica o la cotorra. “Buscamos generar una zona insegura para la fauna y así reducir su presencia dentro del predio – explicó el cetrero – ya que por el miedo natural a sus depredadores, reducen su tránsito y permanencia en el sitio para preservar su existencia”. Como lo que motiva a las aves rapaces a cazar es la posibilidad de alimentarse, eventualmente se le debe permitir alcanzar al menos a una presa, pero principalmente se busca ahuyentar a la fauna y no cazarla. Para cubrir un mayor abanico de especies presas, se utilizan diferentes especies de aves cazadoras, como ser el halcón aplomado, el halcón peregrino, el gavilán mixto y el águila mora. Al tener diferentes modalidades de vuelo y de caza, cada una cubre diferentes sectores del espacio aéreo. El gavilán mixto, por ejemplo, es una especie que es muy versátil y es utilizada para la modalidad de bajo vuelo, partiendo desde el puño o desde el vehículo del cetrero en vuelo directo a perseguir las presas. En cambio, el halcón peregrino caza desde las alturas y es el animal más veloz del planeta, superando los 340 kms por hora cuando se lanza en picada tras su alimento. Son dos tipos de vuelo completamente diferentes que tienen utilidades específicas dentro del trabajo de los cetreros en el aeropuerto. “El halcón peregrino caza por altanería, busca ganar altura realizando vuelos concéntricos sobre el cetrero, y el cono de ataque que puede cubrir es mucho mayor que un gavilán que vuela a 20 o 50 metros – afirmó Rattin – El halcón aplomado tiene una cola muy larga que les sirve como un gran timón que les permite maniobrar en persecuciones directas detrás de la presa, algo que el peregrino no puede hacer porque está diseñado para la velocidad, su estructura anatómica no está hecha para eso”.

Camilo Dos Santos

El total del plantel de las aves utilizadas por Cetrería del Sur está conformado por aves reproducidas en cautiverio en el propio Aeropuerto de Carrasco y aves rehabilitadas que proceden de diferentes Organizaciones, ya sea porque se criaron desde pequeñas con seres humanos y no se reconocen con otros de su especie, o porque tienen alguna lesión o discapacidad física que no les permitiría cazar y sobrevivir en un medio salvaje. En total el plantel suma cerca de 40 aves que guardan una impronta especial hacia sus entrenadores. El entrenamiento de cada uno de estos animales se produce por medio de reflejos condicionados: por su conducta natural,  el ave termina asociando al cetrero con su proveedor de alimento o de presas. Por medio de un sistema de recompensas (o de ausencia de las mismas), finalmente el animal comprende qué comportamiento debe adoptar para obtener su comida. “Una vez que te acepta el ave como su compañero de caza, ya se forma un equipo de trabajo”, comentó Rattin. La mayor parte de las cacerías son simulacros, ya que se utilizan señuelos con forma de ave a los cuales se les ata un pedazo de carne, pero el estilo de vuelo de ataque es percibido a la distancia por el resto de la fauna,  la cual se alerta y se retira.

Camilo Dos Santos

El caso del Aeropuerto de Carrasco es bastante particular por el lugar geográfico en el que se encuentra, rodeado de bañados y de zonas protegidas. A dos kilómetros de la costa, cerca de lagos artificiales y del parque Roosvelt, el terreno del aeropuerto es un lugar atractivo para una gran variedad de especies. Como el ecosistema es diverso, la fauna que allí se instala es diversa también y está protegida por ley. Esto implica un desafío para los cetreros, ya que “hay que buscar un permanente equilibrio entre las reglamentaciones internacionales que exigen el mitigar el riesgo de impactos con fauna en las operaciones y las leyes locales que la protegen y prohíben  su caza entre otras medidas, siendo las que frecuentan el predio mayormente clasificadas como prioritarias para la conservación”, dijo el especialista en cetrería. El ingreso de un ave a las turbinas de un avión puede ser desastroso, pero los riesgos son mayores durante el despegue que durante el aterrizaje. “La fauna en un aeropuerto es un peligro latente, no se puede evitar, pero debemos garantizar una buena gestión de esos peligros, donde el objetivo sea la mitigación del riesgo que genera”, aseguró Rattin. El Aeropuerto de Carrasco, basado en reglamentaciones internacionales aprobadas por la autoridad aeronáutica, maneja como indicador aceptable de seguridad operacional 1 impacto cada 1000 operaciones. Según los registros, en el acumulado de los últimos 10 años el indicador promedio fue de 0.14 impactos cada 1000 operaciones, lo que respalda el buen trabajo que se realiza las 24 horas, todos los días del año.

Camilo Dos Santos

El juguete nuevo

Acerca del halcón robótico recientemente agregado al plantel de aves rapaces, Mauricio Rattin consideró que es una herramienta más dentro de otras, y que de ningún modo el aparato podría sustituir a uno de sus halcones o gavilanes entrenados. Según el entrenador, el atractivo que representa el terreno del aeropuerto para las especies de fauna es muy grande como para que desistan de habitarlo si no se les presenta una buena razón para hacerlo. “Si utilizaramos solamente un halcón robótico y no se caza nada, es probable que la fauna identifique que no es un peligro real, y con el tiempo empiece a perder efecto”, explicó Rattin. Esta ave mecanizada, diseñada por una empresa colombiana, es un aeromodelo radiocontrolado que fue modificado en su estructura para parecerse lo más posible a la silueta de un halcón peregrino en vuelo. Los cetreros uruguayos se vieron interesados en incorporar esta tecnología innovadora como una forma de no quedar desfasados con respecto al resto del mundo, ya que el robot se está comenzando a utilizar a nivel internacional, aunque el de Carrasco es el primero en la región. Asegura Rattin que este halcón es muy efectivo para ahuyentar especies migratorias que tendrán con él un único encuentro antes de proseguir su ruta. Sin embargo, por el efecto de acostumbramiento antes mencionado, esta tecnología no sería del todo eficaz si lo enfocamos al uso sólo con especies locales. “En nuestro caso, tenemos un altísimo porcentaje de especies residentes, especies que intentan permanentemente establecerse, como los teros que encuentran en el aeropuerto las condiciones propicias – informó el cetrero. «Si utilizáramos solamente este método, probablemente se generaría un acostumbramiento a corto plazo”.

Camilo Dos Santos
Camilo Dos Santos

Para operar con esta herramienta, el equipo de Cetrería del Sur necesita aún una licencia de la Dirección Nacional de Aviación Civil e Infraestructura Aeronáutica (DINACIA) del Ministerio de Defensa Nacional. Cuando obtengan el permiso, la idea sería utilizar el halcón robótico de manera intercalada: normalmente se emplearían las aves “reales”, pero se optaría por la artificial por ejemplo en el verano, en horas cercanas al mediodía, cuando el calor puede ser agobiante para las aves. “Pensando en su bienestar optaríamos por no volarlas (a las aves) y usar esa herramienta de cetrería robótica”, contó Rattin. El entrenador de halcones sostiene que “esta tecnología no podría nunca reemplazar a un arte de 4 mil años de antigüedad”, y, aunque reconoció lo interesante de la sinergia entre ambas herramientas, declaró que “no es el sustituto de nuestros halcones”. Aunque la tecnología avance en su imitación de la naturaleza, la relación de mutuo beneficio generada entre dos especies durante miles de años de evolución no debería de ser algo despreciable. Al respecto, Mauricio Rattin describió cómo es la relación entre un ave rapaz y su entrenador:

“Para ser cetrero se necesita de mucha vocación y sobre todo mucho amor por la naturaleza. Si esto realmente no te apasiona es imposible que lo puedas sostener en el tiempo, porque tener un ave para cetrería requiere de trabajo diario y cuidados permanentes. Cuando te dedicas a entrenar un ave rapaz, tenés que ser 100% responsable y saber que no es una mascota, que va a depender enteramente de vos. Siempre debemos pensar en el bienestar de nuestras aves, que son con las que trabajamos y con las que convivimos; son parte de nuestra vida cotidiana”.

Bruno Gariazzo

El poder oculto de la biodiversidad

Nota escrita para la sección CROMO del diario El Observador

El pasado lunes 22 de abril se celebraba el Día Internacional de la Madre Tierra, una fecha especial impulsada por el senador estadounidense Gaylor Nelson en 1970 y que, desde entonces, se celebra anualmente como una forma de generar conciencia a nivel global sobre la importancia de proteger nuestro planeta. La iniciativa de Nelson marcó el nacimiento de los movimientos ambientalistas modernos y abrió el camino para que tuviesen lugar la Cumbre de la Tierra de Estocolmo en 1972 y el Acuerdo de París firmado el 22 de abril del 2016. En ambas instancias se hizo énfasis en la responsabilidad que tiene el ser humano respecto de su entorno y de su implicancia en el denominado Calentamiento Global. Una suma de factores que son fruto de la actividad humana ponen en peligro la vida sobre la Tierra: la contaminación de la atmósfera y del agua, el crecimiento exponencial de nuestra población y el aumento de residuos plásticos en los océanos. Pero hay un factor cuya importancia suele pasar desapercibida para una gran fracción de la población: la pérdida irrecuperable de la biodiversidad.

El pasado jueves 25 de abril se llevó a cabo en el Museo Carlos Alberto Torres de la Llosa una presentación sobre los efectos de la forestación en la diversidad de aves de nuestro país de la mano del Licenciado Pablo Fernández. La charla fue la primera actividad del ciclo «Conversando de Nuestra Fauna 2019» organizado junto a la Sociedad Zoológica del Uruguay, y en ella el licenciado expuso lo que constituyó su investigación para realizar el trabajo de grado con especialización en ecología de la Licenciatura en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias.

Ambientes sustituidos

La presentación comenzó informando que cerca del 50% de la superficie terrestre sin congelar ya ha sido modificada por el hombre, lo que significa que gran parte de algunos ecosistemas del planeta se han visto alterados y fragmentados. Esto se postula como una de las principales causas de la crisis global de la biodiversidad, la cual puede entenderse como la riqueza en número de especies animales y vegetales que habitan un ecosistema determinado. En efecto, las actividades agrícolas y ganaderas traen consigo la sustitución de ciertos ambientes naturales por otros, provocando el desplazamiento de muchas especies que bajo estas presiones corren el riesgo de extinguirse.

El bioma que es insignia del Uruguay es el pastizal o pradera, y, según el estudio realizado por el grupo de investigadores del que Pablo Fernández forma parte, muchas especies de aves que habitan este bioma están viendo su existencia comprometida a causa de la alteración o sustitución de su hábitat natural principalmente por la agricultura, urbanización y más recientemente por  la actividad forestal. Fernández recordó a los presentes que se deben de distinguir la forestación rural antigua, aquella que da protección al ganado, de la forestación industrial moderna, aquella destinada mayoritariamente a producir papel y que se ha visto incrementada en los últimos 30 años. Recordó también que la forestación no es un ecosistema aislado, lo que presentaba un desafío para el estudio, sobre el cual contó:

“En realidad partíamos de la base de que no teníamos conocimiento sobre lo que nos íbamos a encontrar. Fuimos con un método objetivo a relevar paisajes forestales y ver qué nos encontrábamos. Pero no sabíamos nada de las especies beneficiadas o desplazadas, esas eran, entre otras, las preguntas que teníamos para plantear la investigación”.

“En ese sentido – continuó Fernández – es importante resaltar aspectos positivos de esta actividad, ya que, a diferencia de la gran mayoría de las actividades agrícolas que se realizan en el campo, las empresas forestales han abierto “las porteras” a los biólogos en Uruguay a través de convenios con Facultad de Ciencias y a través de trabajos de consultoría para lograr los estándares de certificación. Esto ha permitido generar avances en el conocimiento de los efectos de esta actividad en la biodiversidad.”

La investigación consistió en establecer diferentes puntos de conteo (unos 600) de especies de aves en diferentes regiones delimitadas dentro de estos tres ambientes mencionados, llevándose un registro de las mismas cada 10 minutos. Para evaluar el impacto de la actividad forestal en la biodiversidad de aves a escala Paisaje (en ecología una escala ubicada entre lo regional y lo local), se analizó el número de especies en función de un gradiente creciente de forestación en diferentes paisajes agroforestales del Uruguay. Los resultados obtenidos demuestran que a medida que aumentan las áreas forestadas, menor es el número de especies especialistas de los pastizales. Dentro de las aves que se verían entonces desplazadas por esta actividad industrial se encuentran la perdiz, el ñacunda y la ratonera aperdizada. Aun así, durante un estudio paralelo realizado por otro equipo, se logró captar con cámaras varios ñandús, y hay algunos registros en Brasil y uno en Uruguay de ejemplares anidando dentro de áreas forestadas, por lo que esta especie, especialista de pastizal, podría ser capaz de adaptarse a este nuevo ambiente.

Por otro lado, la falta de diferentes estratos de la vegetación en las áreas forestadas (es decir de árboles, arbustos, y sotobosque de diferentes alturas) podría estar explicando la baja diversidad de aves que allí pueden habitar, en comparación con los bosques nativos. Teniendo en cuenta que en Uruguay habitan 23 especies de aves amenazadas a nivel global, muchas de las cuales están asociadas a nuestros pastizales, al final de la exposición el licenciado manifestó la importancia de valorar y de conservar nuestras praderas, y recordó que, de las 14 áreas protegidas de nuestro país, ninguna representa a este bioma. Para esto planteó como fundamental que se compatibilicen los slogans “Uruguay Natural” y “Uruguay Productivo”.

Un juego de equilibrios

En diálogo con Cromo, Pablo Fernández cuenta que existen varias posturas entre los científicos con respecto al rol que deben cumplir las ciencias naturales frente a las ciencias políticas, sociales y económicas: mientras que unos opinan que todas deben trabajar juntas desde el mismo lugar, otros consideran que el científico se tiene que encargar sólo de generar el conocimiento, siendo tarea de los políticos el aplicarlo para el mayor beneficio de la sociedad. “Sin duda lo ambiental es algo que a nivel político es un debe”, continuó explicando el investigador, “se tiene que manejar porque es una de las dimensiones que se encuentra repercutiendo en las otras dimensiones, sociales y económicas, a nivel local y global”.

Cuenta el investigador que el manejo de ecosistemas “es un concepto no tan nuevo que habría que tratar de incorporarlo lo antes posible. Razones sobran. Son sabidos todos los problemas que hay a nivel global. Algunos pueden creer que son exageraciones, pero hay datos sobre la mesa que son irrefutables”.

La activista sueca Greta Thunberg, de 16 años, dijo en diciembre del 2018 ante la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP24): “Solo hablan sobre seguir adelante con las mismas malas ideas que nos metieron en este desastre, incluso cuando lo único sensato que pueden hacer es poner el freno de emergencia”. Con sus palabras firmes dejó a un montón de líderes sin palabras, remarcando la necesidad de que los problemas medioambientales sean puestos en palabras mayúsculas dentro de los discursos políticos.  

Para ayudar a comprender mejor la amenaza que se esconde detrás de una pérdida global de biodiversidad, Pablo Fernández explicó que el mayor riesgo reside en la incertidumbre. “Estar perdiendo así nomás información que demoró miles de millones de años en evolucionar, que se encuentra funcionando activamente en los ecosistemas, me genera preocupación, justamente porque no sabemos el grado de importancia de lo que estamos perdiendo”, dijo Fernández, “es el argumento número uno que se me ocurre para invitar a reflexionar”. Resulta que cada especie cumple una función específica en un ecosistema, pero que esa función puede ser respaldada por otra especie en caso de que la primera se pierda. El problema surge cuando son tantas las pérdidas que deja de ser posible esa compensación, de forma que la red se destruye. Podríamos asociarlo al juego “Jenga” (¡jugando a ciegas!), y quien lo conoce sabe qué sucede si se quita la maderita equivocada. Cuando los discursos políticos siguen dirigidos a un aumento de la producción, brilla la necesidad de compatibilizar estos discursos con la conservación de los recursos. “Según muchos autores estamos en la sexta extinción masiva”, apuntó el ecólogo, “hay muchas cosas en juego, pero lo más peligroso me parece que es no saber cuánto es lo que está en juego”. 

Bruno Gariazzo

Un terror infundado

Nota escrita para la sección CROMO del diario El Observador

“Los dientes puntiagudos, los labios voluptuosos, manchados de sangre… Todo ello era suficiente para producir escalofríos de terror, y su cuerpo sensual, visiblemente carente de alma, era como una burla diabólica de lo que fuera en vida el cuerpo de Lucy”. Estas palabras preceden al asesinato del personaje de Lucy en la novela “Drácula” de Bram Stoker, personaje que se transforma en un ser abominable e inmortal luego de una mañana en la que dos orificios rojos son encontrados en su cuello. Aunque los vampiros no representan más que una ínfima parte del enorme grupo de los murciélagos, los mitos y las historias como la de Stoker han sido suficientes para infundir un profundo miedo hacia estos animales en nuestra cultura. El pasado jueves 4 de julio, el biólogo Santiago Chitaro brindó una charla en el Museo de Historia Natural Dr. Carlos A. Torres de la Llosa sobre la importancia de la conservación de los murciélagos en nuestro país, y, en diálogo con Cromo, explicó en qué sentido el temor hacia estos mamíferos voladores es totalmente infundado.

Un terror que aletea en la noche

Chitaro forma parte del Programa para la Conservación de los Murciélagos de Uruguay (PCMU), se encuentra muy vinculado a los exploradores de cavernas del Centro Espeleologico Uruguayo Mario Isola (CEUMI), y considera que el terror que envuelve a sus objetos de estudio parte principalmente de la superstición. La asociación en las culturas occidentales de los murciélagos con las tinieblas y el peligro aparece reiteradas veces tanto en forma de relato oral, como de forma oral y escrita. Más allá de la sombra del conde Drácula y su séquito de seres chupa sangre con fobia a la luz del Sol y a las estacas, los murciélagos son proyectados en la Biblia como “aves inmundas”, y en “El Paraíso Perdido” de John Milton el propio Satanás aparece representado en una ilustración de Gustave Doré con las alas de estos animales. El Caballero de la Noche (mejor conocido como Batman) utilizaba a su favor el profundo pavor de las personas hacia estas criaturas para luchar contra el crimen. Saliendo de nuestra cultura, los mayas asociaban a los murciélagos con el dios Camazotz, dios de la noche, la muerte y el sacrificio. En cambio, curiosamente dentro de la mitología China éstos suelen estar relacionados con las hadas y ser símbolos de buena suerte, longevidad, salud, felicidad y prosperidad. Esta visión oriental agrada a Chitaro, quien considera que la negatividad que recae sobre los murciélagos es injusta, sobre todo teniendo en cuenta que, de entre las 1100 especies que de ellos existen, sólo tres son las temidas especies vampiro.

En efecto, más del 70% de las especies de murciélagos del mundo son insectívoras y frugívoras, es decir que se alimentan respectivamente de insectos y frutas. Luego las hay polinívoras (se alimentan de polen), carnívoras (de carne) y piscívoras (de peces), pero sólo una ínfima parte es hematófaga: son las bebedoras de sangre, las responsables de las historias de vampiros y de las interpretaciones demoníacas de la existencia de estos seres voladores tan diferentes al común de las aves. Pero es precisamente por su diferencia que han inspirado a lo largo del tiempo tanto miedo: era difícil explicarse para las antiguas culturas humanas qué eran esas extrañas criaturas nocturnas, en apariencia ciegas pero que de alguna forma lograban guiarse en la penumbra. Hoy se sabe que se guían a través de lo que se conoce como “ecolocación”: gracias a las contracciones de una laringe más ancha que la de otros mamíferos, los murciélagos son capaces de emitir ultrasonidos (sonidos de alta frecuencia) que, al rebotar en diferentes objetos o presas y llegar hasta sus oídos, les aportan información acerca de las distancias que los separan de sus objetivos u obstáculos, logrando construir verdaderos mapas tridimensionales de los espacios que circundan.

Aunque para Santiago Chitaro el aspecto de los murciélagos está lejos de ser amenazante, muchos considerarían que las facciones de su rostro podrían explicar parte del rechazo que sufren, pero esto podría ser una reacción secundaria estimulada por la representación de varios de nuestros demonios a su imagen y semejanza. Por otro lado, la mordedura de un murciélago vampiro es particularmente temida desde el descubrimiento del virus de la rabia, ya que estos mamíferos, al igual que muchos otros, son también transmisores de esta enfermedad. Pero, según Chitaro, las probabilidades de que un murciélago muerda a una persona son ínfimas, y más ínfimas aún son las posibilidades de que justo ese murciélago sea portador del virus de la rabia. Los vampiros son pocos, suelen alimentarse de la sangre del ganado y las presencia de personas suele ahuyentarlos, por lo que esta fobia a la transmisión de enfermedades por la mordedura de un murciélago lo único que trae como consecuencia es la matanza en masa de colonias enteras de animales inofensivos. “Creo que el miedo por trasmisión de enfermedades es más una excusa que una justificación, ya que son poquísimos los casos de contagio a otros animales, y muchísimo menos a humanos”, opinó el biólogo.

La conservación del incomprendido

Su apariencia podrá confundirnos, pero Chitaro afirma que los murciélagos presentan muchas más semejanzas con los seres humanos que diferencias. “Generalmente le tememos a lo que nos puede dañar, pero también a lo que no entendemos, nos resulta incómodo o es muy distinto a nosotros a primera vista – explicó el investigador – Con los murciélagos pasa algo parecido: son animales que si bien son distintos a los humanos en apariencia, no son más diferentes de lo que es un hombre de un conejo”. El nombre científico de este grupo de mamíferos, Chiroptera (quirópteros), proviene de las palabras griegas cheir, que significa “mano”, y pteron, que significa “ala”. En efecto, el ala de un murciélago en verdad es un brazo y una mano modificada con dedos muy largos unidos por una membrana denominada “patagio”. Al igual que los humanos, viven en grandes colonias de miles a millones de individuos que cooperan entre sí con comportamientos altruistas, como por ejemplo a través del cuidado de crías por madres ajenas o la colaboración entre machos en la defensa de las hembras. Estos comportamientos sociales son utilizados la mayoría de las veces por los humanos cuando desean deshacerse de una colonia de murciélagos: como éstos comparten su comida y se acicalan mutuamente, a los exterminadores les basta con atrapar a uno, envenenar su pelaje y devolverlo a la colonia a la espera de que se extienda el veneno entre sus pares.

Pero la conservación de los quirópteros no es sólo importante por la empatía que pueda significar el parecido que guardan sus sociedades con las nuestras, sino que su existencia aporta beneficios tanto a los ecosistemas que comparten con ellos los seres humanos como a la propia economía de nuestros recursos. De hecho, como la mayoría de los murciélagos son insectívoros, éstos controlan a las poblaciones de plagas que puedan afectar a los cultivos agrícolas, como es el caso de coleópteros (escarabajos) o dípteros (moscas), además de luchar contra insectos que comúnmente son transmisores de enfermedades como son los mosquitos. Estos animales también son importantes polinizadores de plantas que florecen durante la noche y, en otros países, también funcionan como dispersores de semillas fundamentales para la conservación de los ecosistemas. “¿Quién sabe cuántos más beneficios estamos obteniendo de ellos sin que lo sepamos? – se cuestionó Chitaro – He allí una de las razones por las que debemos seguir estudiándolos para poder entender las interacciones positivas que existen entre murciélagos y humanos”.

Existen actualmente 23 especies registradas de murciélagos en Uruguay, ocho de las cuales están catalogadas como “vulnerables” o “muy vulnerables” por su escasa presencia en el país y su delicado estado de conservación. Algunas de estas especies son el murciélago orejudo oscuro (Histiotus velatus), el murciélago dorado (Eptesicus diminutus ), el murciélago de orejas anchas patagónico (Eumops patagonicus) y el murciélago de línea blanca (Platyrrhinus lineatus). Las principales amenazas que hoy sufren los quirópteros son la perturbación de sus colonias, la destrucción y modificación de sus refugios y/o hábitats por la forestación o la exterminación (quema) “sanitaria”, la persecución por falta de información, los parques eólicos, que constituyen un  riesgo potencial por colisión, y el uso de agrotóxicos.

Como principal consejo para ayudar a conservar a este grupo tan particular de mamíferos, Santiago Chitaro recomienda antes que nada informarse antes de actuar. “Es la clave para protegerlos – aseguró el biólogo – Lo demás va de la mano del respeto que tenemos que tener hacia estos animales como hacia cualquier especie en nuestro país”.

Bruno Gariazzo

Retorno desde el Fin del Mundo

Nota escrita para la sección Cromo del diario El Observador

Las uruguayas que pasaron el verano a bordo del buque británico HMS Protector dicen que esta experiencia obliga a cualquiera a tomar consciencia acerca de lo insignificante que es el ser humano frente a la naturaleza

En su película documental “Encuentros en el Fin del Mundo”, Werner Herzog plantea a través de un viaje a la Antártida la disparidad que se ha ido gestando entre el ser humano y la naturaleza: el primero cree dominar a la segunda, pero basta con enfrentarse a la inmensidad del continente helado para aclarar qué rol le corresponde a cada uno. En diálogo con Cromo, dos uruguayas que viajaron este verano a la Antártida a bordo del buque británico HMS Protector, Laura Paolino y Noelia Miraballes, narran su experiencia y concuerdan con la visión del aclamado director.

El HMS Protector es un buque de patrulla de hielo de la Armada Británica (Royal Navy) con capacidades hidrográficas y oceanográficas que suele prestar apoyo logístico a las bases antárticas. En el año 2017, este buque colaboró con el gobierno argentino en la búsqueda del submarino  ARA San Juan, desaparecido a la altura del golfo San Jorge con 44 tripulantes a bordo. Según Laura Paolino, jefa de cartografía de la Armada Nacional, la principal particularidad que caracteriza a esta embarcación es su capacidad de realizar relevamientos hidrográficos. Esto quiere decir que el buque puede escanear el fondo marino mediante impulsos de sonido, y es a partir de los datos relevados que luego se confeccionan las cartas náuticas de uso internacional. Las cartas náuticas son fundamentales para garantizar la seguridad de las embarcaciones que navegan por esas aguas, sobretodo en zonas transitadas por cruceros en esta época en la que el denominado “turismo antártico” está en boga. En efecto, el buque terminó de hacer dos relevamientos específicamente en dos zonas frecuentadas por estos cruceros: la Bahía del Almirantazgo (o Bahía Lasserre) en la isla Rey Jorge y el Canal Peltier. Como estas cartas náuticas son documentos oficiales que deben de poder ser interpretados por cualquier cultura alrededor del globo, es imprescindible que todos los países de la Organización Hidrográfica Internacional se adapten a los estándares de producción,  asegurando así la utilización de un mismo lenguaje universal. “Estos documentos son muy dinámicos”, dice Paolino, “cambian todo el tiempo; siempre se encuentran novedades que se agregan a las áreas que cubren las cartas, por lo que hay que estar muy atentos.”

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Además de poder realizar levantamientos hidrográficos, el HMS Protector es un buque muy versátil con diversas facilidades para adaptarse a cualquier demanda que pueda surgir: puede llevar consigo vehículos de tracción, motos de nieve, combustible, y hasta puede recibir a bordo un helicóptero. En esta ocasión, el Protector apoyó a tres geólogos y un paleontólogo que estaban estudiando el deslizamiento de los glaciares y de los volcanes en la isla Rey Jorge donde Uruguay tiene su base científica. También aportó apoyo logístico aprovisionando a la base más austral que existe en el glaciar Thwaites. Esta base forma parte de un nuevo proyecto surgido entre Estados Unidos y el Reino Unido en el que se está investigando en qué medida  el calentamiento global se encuentra detrás del progresivo derretimiento de este glaciar. La colaboración del HMS Protector con esta base del “British Antarctic Survey” es de gran importancia ya que los científicos temen que un colapso del glaciar podría provocar un aumento del nivel global del mar de 80 centímetros.

Noelia Miraballes, teniente de navío en la Armada Nacional y jefa de departamento de la Fragata ROU01, recuerda que el Tratado Antártico (tratado firmado actualmente por 53 países que hace de la Antártida un continente “de todos”) establece que el ecosistema de este continente no debe de ser alterado por la actividad del hombre. En vista de ello, el buque HMS Protector recorrió varias bases científicas verificando que los postulados del tratado son respetados y recogiendo cualquier resto de construcción o de basura que pueda haber sido abandonado.

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Las aventureras entrevistadas, quienes fueron seleccionadas para esta travesía, cuentan que en octubre de 2018 la Armada Nacional publicó un comunicado interno solicitando voluntarios para embarcar el HMS Protector durante tres meses en la campaña de verano. Las invitaciones otorgadas por la Armada Británica tenían algunos requisitos, entre los cuales el principal era que los seleccionados poseyeran un nivel avanzado del idioma inglés. Esto no estaba cerca de representar un problema para Laura Paolino, ya que ella en 2014 realizó un curso de cartografía marina en la Oficina Hidrográfica de Reino Unido. “Me interesé por las prácticas y la cultura británica”, cuenta Paolino, “por lo que decidí asociarme a la British Society, que tiene sede en Uruguay, para estar también más en contacto con la cultura británica”. Más allá del orden que caracteriza al pueblo inglés (caricaturizado por “el té de las cinco y la puntualidad indirecta”), la sociedad británica es muy rica y diversa. La cartógrafa explica que al estar formada en realidad por cuatro países, Gran Bretaña está marcada por singularidades. El afán por mantener las cosas ordenadas y encontrar soluciones, afán que se ve reflejado según Paolino en el proceso del Brexit, contrasta con la forma relajada que tienen los uruguayos para encarar los problemas. “Pero los valores son los mismos”, dice, “ya que lo que está bien para ellos también está bien para nosotros”.

 A ambas uruguayas la experiencia les pareció muy enriquecedora. Laura Paolino cuenta que normalmente ella en su trabajo recibe los datos de los relevamientos hidrográficos pero no suele realizar ella misma los relevamientos, por lo que esta instancia representó una oportunidad para comprender el trabajo de sus colegas. “Pude conocer dentro del gran puzzle de la producción, una de las grandes piezas iniciales”, cuenta. También le entusiasmó formar parte de una tripulación diversa y perteneciente a otra cultura dentro de una de las embarcaciones más icónicas del mundo. Noelia Miraballes ya había estado en la Antártida en 2009, por lo que esta experiencia le ayudó a reforzar sus conocimientos de navegación en hielo, enriqueciéndose de los saberes de la tripulación inglesa.

Al ser cuestionadas sobre su experiencia personal dentro y fuera del buque y sobre las posibles dificultades que podrían habérseles presentado, ambas remarcaron elementos diferentes. Paolino explica que se trata de una experiencia exigente: “no es un paseo, no es un crucero, es un ambiente de trabajo que requiere mucho de uno”. La rutina del buque es muy marcada: todas las nochecitas en el buque se publica el cronograma de lo que se hará el día siguiente, y las tareas deben de ser cumplidas en regla. “Es exigente físicamente y mentalmente”, dice Paolino, “pero al final del día es satisfactorio y uno dice: «fue un buen día, ¿no?»” Obviando las exigencias de rutina, la jefa de cartografía haya que “más allá de que tu silla y tu escritorio se mueven (es un barco), el trabajo no deja de ser un trabajo normal de oficina”.

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 Por su lado, Miraballes encuentra una dificultad en estar 32 días en un sitio en el cual nunca es de noche. De hecho, la Antártida se caracteriza por presentar sólo dos estaciones, verano e invierno, y en la latitud en la que se encuentra el glaciar Thwaites el sol nunca se pone y a medianoche se encuentra 10 grados por encima del horizonte. “El reloj biológico un poco se descontrola”, dice Miraballes, “al nunca tener noche, nunca terminaba de dormir bien”.

Al igual que Herzog, las dos uruguayas opinan que la “experiencia antártica” funciona como un choque de consciencia para cualquier ser humano. “Pisar por primera vez el continente antártico te deja sin palabras”, dice Paolino, “lo había visto anteriormente en fotos y videos, pero ver con mis propios ojos esa geografía tan diferente y esa extensión de un mar de hielo hace que te cueste creer lo que la naturaleza es capaz de hacer”. El HMS Protector podrá ser un barco muy potente de 90 metros de largo  y con motores de 4 700 caballos de fuerza, pero encuentra grandes dificultades para avanzar sobre el hielo. Hay que entender la medida en que la naturaleza impone obstáculos. Aunque fuese verano, durante ciertos días se avanzaba muy poco porque el hielo estaba muy duro. “No hay que pensar que por el tamaño del buque o su potencia el humano va a lograr superar a la naturaleza”, afirma la especialista. Paolino también hace un énfasis en lo imprescindible que es la cooperación entre personas y entre países para lograr trabajar en un ambiente tan inhóspito. “Trabajar todos juntos en pos de algo en común, estando siempre comunicados, es la mayor contribución hacia el avance de todos”, opina Paolino.

Por su lado, la teniente Noelia Miraballes dice que en sus once años de servicio en el mar ha comprendido la fragilidad del ecosistema y la insignificancia del ser humano en el planeta. Al estar uno rodeado por el mar, dice Miraballes que “uno se da cuenta de que todo es súper frágil y de que cualquier alteración al ecosistema puede destruir la cadena”. Finalmente la teniente agrega:

“A cualquier ser humano tener la experiencia de conocer el mar le hace tomar consciencia del medio que lo rodea. Este planeta es más agua que tierra, y viviendo en la ciudad se pierde la consciencia de que uno no es todo, de que hay todo un ecosistema afuera, de que es muy frágil, y de que es muy importante el conservarlo para asegurar nuestra propia supervivencia”.

Bruno Gariazzo

Mirando al cielo

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Levantar la cabeza y mirar hacia el cielo es equivalente a formularse preguntas. Desde la pantalla celeste hasta la oscuridad moteada de luces, esta bóveda ha inspirado la imaginación humana desde el primer registro de su historia. Las estrellas han sido el caldo de cultivo de dioses y mitologías multiculturales, han fomentado sueños y sembrado pesadillescas dudas acerca de la existencia. Nuestros ancestros han observado atentamente los cuerpos celestes en busca de respuestas y el estudio de su comportamiento ha arrojado luz sobre el espacio oscuro dominado por el vacío y sobre el origen de sus componentes (nosotros incluidos). Un grupo de estos componentes que ha llamado la atención de los astrónomos por sus características es el de los cometas. Estos cuerpos subliman sus componentes al acercarse su órbita al Sol generando una estela o «cola» de gases y polvo que han deleitado los ojos de observadores alrededor de la superficie terrestre. Los cometas dichos de «período largo» provienen principalmente de la Nube de Oort, mientras que los de período corto provienen del «Cinturón de Kuiper» situado más allá de la órbita de Neptuno, cinturón que lleva el nombre de quien predijo su existencia en 1951: Gerard P. Kuiper.

Pero este nombre también lo lleva emparejado el premio otorgado el pasado 14 de mayo por la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica de Estados Unidos al uruguayo Julio Ángel Fernández. Este investigador y docente de la Universidad de la República (UdelaR) inspiró el descubrimiento efectivo del Cinturón de Kuiper con su trabajo publicado en 1980 y titulado «Sobre la Existencia de un Cinturón de Cometas más allá de Neptuno», además de demostrar que los cometas presentes en la Nube de Oort provienen de una región situada entre Neptuno y Urano. El investigador uruguayo también contribuyó a la comunidad astronómica internacional estudiando las migraciones tempranas planetarias y así aportando información sobre el origen de la estructura actual del sistema solar. Además de proponer una nueva definición de planeta hoy aceptada por la Unión Astronómica Internacional (UAI), ésta misma entidad nombró en su honor a un asteroide “Julioangel”. En vista de su próxima recepción del título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República, me acerqué al despacho de Julio Fernández para que nos contara más sobre su trabajo.

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En vista de que ha recibido recientemente un premio que lleva su nombre, ¿podría contarnos quién fue Gérard Kuiper y qué es el cinturón que fue nombrado en su honor?

Gérard Kuiper fue un astrónomo de origen holandés que desarrolló su carrera en Estados Unidos y que podríamos decir fue un pionero de las ciencias planetarias. Emigró al final de la Segunda Guerra Mundial a Estados Unidos. Era a su vez teórico y observador; hizo trabajos observacionales de planetas, desarrolló teorías, y entre ellas discutió la posible existencia de un cinturón de objetos más allá de Neptuno. Es lo que nosotros llamaríamos “cinturón transneptuniano”.

¿Cuáles se creen que fueron los orígenes de su formación?  ¿De qué forma se procedió para investigar estos orígenes y cómo las innovaciones tecnológicas intervienen en esta investigación?

Eso está vinculado a las teorías de la formación del Sistema Solar. Se supone que éste se formó a partir de una nube de gas y polvo que condensó, digamos se contrajo gravitacionalmente, y al contraerse formó en la parte central lo que es el Sol, y alrededor un disco de materia donde el polvo que había dentro del disco se aglomeró en los planetas que conocemos. Ahora, no hay por qué pensar que ese disco terminó a la distancia de Neptuno, sino que pudo continuar mucho más allá. El material a esta distancia era menos denso porque estaba más lejos, entonces no llegó a formar un solo planeta y quedó disgregado en un montón de pequeños objetos. Esos pequeños objetos reciben el nombre de “planetesimales”, osea que serían como los ladrillos de materia con los cuales se formaron los planetas. Entonces cuando uno habla del “origen del Sistema Solar”, hay dos palabras que son muy comunes que son: “planetesimal”, como los primeros objetos sólidos que se formaron, y “acreción”, que es técnicamente la acumulación de materia para formar un planeta. Entonces la idea es que quedó un disco remanente transneptuniano que no llegó a consolidarse en un solo planeta ya que sus propios materiales estaban mucho más diluidos. Esta es una idea así enramada a la teoría de la formación del Sistema Solar. Cuando yo hice el trabajo de investigación sobre este disco hace cuarenta años, era un trabajo mayoritariamente teórico y con algo del soporte computacional de aquella época. Las computadoras eran grandes pero poco eficientes en comparación con las actuales, pero daban para hacer algunos cálculos. Así que bueno, mis trabajos en esa época fueron esencialmente teóricos. Me basé en los modelos que había antes sobre la formación del Sistema Solar, y la originalidad de mi aporte fue que vinculé ese cinturón transneptuniano con un tipo de cometa que nosotros observamos: los llamados cometas de la familia de Júpiter. Trabajé estudiando las propiedades de esos planetas tomando datos ya presentes en la literatura.

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¿Qué motivó su investigación?

La motivación fue más general, en ese momento no era tan específica, sino que era estudiar la formación del Sistema Solar y analizar más en detalle el proceso de formación de los planetas. Como siempre me interesó la astronomía, me fui inclinando cada vez más hacia la parte de las ciencias planetarias ya que veía que allí habían problemas interesantes. Además las ciencias planetarias están vinculadas a algunas preguntas muy interesantes como el desarrollo de la vida fuera de la Tierra. De hecho las investigaciones que se hacen ahora con las sondas que se envían a Marte o a algunos satélites de Júpiter o Saturno tienen como objeto el buscar rastros de vida presente o pasada, o buscar si existen condiciones prebióticas en esos ambientes en los cuales la vida pudiese aparecer. Aunque no se han encontrado rastros de vida presente o fósil fuera de la Tierra, sí se han encontrado condiciones prebióticas compatibles con la vida. Por ejemplo hay evidencia que demuestra que hay satélites de Júpiter y Saturno que presentan océanos subterráneos, y particularmente la atmósfera del satélite Titán posee muchos hidrocarburos como nitrógeno y metano. Lo más difícil de encontrar es agua en estado líquido, ya que esto se piensa es un requisito para que se forme la vida. Sería un medio como el agua líquida el que permitiría la disolución de la materia orgánica para formar una química compleja. Lo que sucede es que en la mayoría de los asteroides el agua está en estado sólido.

¿Qué características cree que deben de tener los cuerpos para ser considerados “planetas”?

Hubo una definición que se votó en la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional en Praga en 2006 que considera que un planeta es un objeto que tiene suficiente masa como para haber alcanzado el equilibrio hidrostático y haber adquirido así su forma esférica. El segundo criterio para considerar a un cuerpo un planeta es que su formación tiene que haber sido  lo suficientemente masiva como para limpiar todos los alrededores de su trayectoria entorno al Sol de otros objetos digamos “rivales”. Los otros objetos que circulaban por ahí o bien fueron acumulados por el planeta en formación, o bien el planeta los perturbó y los mandó fuera del Sistema Solar o a otra órbita. Los objetos remanentes del cinturón de Kuiper permanecieron allí a causa de una ausencia de planetas demasiado grandes como para que los perturben. La llamada “Nube de Oort” se produjo a posteriori de la formación del Sistema Solar, justamente a través de objetos que fueron perturbados por la formación de los planetas y enviados a grandes distancias con respecto al Sol. Es de esta Nube de Oort que vienen los cometas dichos de “período largo”.

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¿En qué consiste la migración de órbitas que sufren los planetas durante su formación temprana?

 Eso es también uno de los trabajos que desarrollé en colaboración con un colega en Alemania. Y bueno, la migración planetaria surgió como un resultado original del estudio de la acreción de los planetas; es decir que cuando los planetas van creciendo, o bien acumulando planetesimales o eyectándolos, hay un intercambio de energía y de momento angular, y ese intercambio hace que las órbitas de los planetas también cambien. Capaz que lo de momento angular es demasiado técnico (se ríe).

Usted ha sido seleccionado para recibir el título de Doctor Honoris Causa de la UdelaR, título que recientemente ha recibido también la profesora Lisa Block de Behar en el aula magna de la Facultad de Información y Comunicación, ¿qué cualidades cree debe poseer un investigador para recibir tal reconocimiento?

Capaz que eso no me corresponde responderlo a mí por una cuestión de que estoy involucrado en eso (sonríe). En particular quiero decir que me siento honrado y agradecido con la Universidad, y pienso que de su parte es un gesto conmigo, y se lo valora. Aparte sé  que la Universidad es rigurosa porque hay pocos “honoris causa”, y muy pocos de gente del país, nacionales, ¿no? Han habido honoris causa a fuerza de medida de que visitaron el país. Yo creo que las distinciones tienen que tener en cuenta un compromiso general; tener en cuenta el grado de involucramiento que hace a la parte social, a la parte de apoyo a la gestión universitaria. Yo creo que eso va surgiendo en uno naturalmente. Nosotros como investigadores siempre tenemos que tener la preocupación de difundir a la comunidad lo que hacemos, sino la gente no sabe lo que hacemos, y como no sabe no le interesa y hay indiferencia. En esas condiciones uno no está en condiciones de reclamar nada. Uno tiene que estar en sociedad, y se está necesitado a fomentar el trabajo que uno hace y tratar de difundirlo lo más que se pueda. Es una preocupación generalizada: el trabajo de científico hay que difundirlo hacia afuera.

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Usted quiso promover la creación de un museo nacional de ciencia y tecnología, cosa que es una realidad en muchos países, ¿en qué culminó esa propuesta?

Fa, qué buena pregunta… En nada (se ríe). Tristemente hay que decir que no hay nada, ¿no? Sí, me quedé muy apenado. Pienso que sí… está enrabado con todo lo que hablábamos antes, que la ciencia se conecte más con el público. Los museos son bárbaros para eso. Uno ve el planetario por ejemplo al que siempre va gente. Y bueno, fue un lindo proyecto. En su momento pareció que recogía muchas adhesiones, pero después, como muchas otras cosas del país, se fue diluyendo y diluyendo hasta desaparecer. Se tendría que hacer un museo ubicado en una zona accesible, no como el Espacio Ciencia del LATU, por ejemplo. Los buenos museos para ser visitados tienen que estar en lugares emblemáticos de la ciudad, donde la gente vaya a pasear. Se habían pensado varios lugares como ubicación, por ejemplo lo que era el edificio del Mercado Central, atrás de la Plaza Independencia. Tiene que ser un lugar al que la gente va naturalmente, como la zona donde está el Museo Nacional de Artes Visuales. Que sea accesible, que se den contra la ciencia.

¿Cree que en nuestro país aún falta madurar el interés por el conocimiento científico?

Sí, debería haber más… indudablemente están faltando recursos. En números, el gobierno había prometido llegar al uno por ciento de inversión en ciencia y tecnología, y andamos por el 0,35 por ciento del PBI, así que seguimos quedándonos muy cortos. Supongo que el gobierno tendrá otras prioridades. No quiere hacer una apuesta por el desarrollo científico. También hay falta de recursos humanos… Uno puede elegir ciertas áreas para invertir un poco más, pero sin olvidarse de que la ciencia tiene que avanzar como un todo ya que se nutre de diferentes disciplinas. Si uno no tiene buenos equipos multidisciplinarios formados en las más variadas disciplinas, la ciencia muere.

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Hablábamos hace poco de la importancia de la divulgación científica. En este sentido, ¿qué opinión tiene acerca del trabajo de Carl Sagan, quien recibió el mismo premio que usted?

Bueno, Carl Sagan justamente de esos completos, ya que, además de ser un buen científico que hizo un trabajo riguroso, se preocupó por la divulgación, y para eso contó con medios que acá no contamos, ¿no? Los documentales que hizo obviamente necesitaban los recursos económicos y técnicos para hacerlos. Desde ese punto de vista le fue muy bien.

¿Qué opina de la conjunción del arte y la ciencia con este cometido?

La ciencia está bueno que se vincule con otras disciplinas. Lo apoyo.  A veces hay que ver hasta qué punto el arte se nutre de la ciencia ¿no? A veces la veo más clara… por ejemplo entre la ciencia y la literatura. Algunas obras se inspiraron en avances científicos del momento. Ciencia y cine también, con todas las distorsiones que puede aportar el cine, ¿no?  Hay dos tipos de literatura en su vinculación con la ciencia en realidad: la ciencia ficción y la literatura fantástica. La ciencia ficción es una literatura en la que la ciencia se trata de interpretar de forma más fiel. En la literatura fantástica el autor tiene más libertad, o libertad total, para imaginarse cosas imposibles o improbables.

Bruno Gariazzo

El vuelo de una pasión

Más allá del parque de monstruos animatrónicos de Spielberg, el sentido común de la mayoría de la humanidad considera extintos los dinosaurios desde la crisis ecológica que provocó el impacto en la Tierra de aquél meteorito hace 65 millones de años. Sin embargo, los dinosaurios se encuentran todavía entre nosotros diariamente camuflados entre plumas. En efecto, la evidencia demuestra que las aves descienden de los celurosaurios, un grupo incluido dentro de los terópodos. Este último grupo incluye a  los dinosaurios carnívoros bípedos que dominaron el ambiente terrestre y que Spielberg se encargó de lanzar al estrellato: es el grupo al que pertenecen el tiranosaurio y el velociraptor. Hoy hay incluso evidencia de que los velociraptores tenían el cuerpo cubierto de plumas (detalle a retocar en Jurassic Park). Las aves se originaron en el Jurásico y hoy en día son junto a los cocodrilos los únicos representantes vivos de los denominados arcosaurios. Es gracias a estos dinosaurios emplumados que el ser humano encontró inspiración tanto para su música, como para sus decoraciones y su vuelo. No podríamos imaginarnos un día en el campo sin su canto.

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Desgraciadamente muchas aves se encuentran actualmente en peligro de extinción a causa de nuestras actividades. Con un espíritu de conservación de su biodiversidad y concientización de la humanidad, el Laboratorio de Ornitología de la Universidad Cornell y la Sociedad Audubon de Estados Unidos crearon la plataforma digital eBird. Esta aplicación permite a cualquier persona, sea  ésta un ornitólogo profesional o aficionado de las aves, contribuir con un registro de acceso libre de todas las especies de aves existentes a nivel mundial. Sólo basta que cada interesado en el avistamiento de pájaros comparta su lista de especies encontradas en el sitio online “ebird.org” para que se termine formando la mayor base de datos de biodiversidad de aves de la historia. Como una forma de fomentar la participación de la población en este proyecto, el equipo detrás de eBird ideó en 2015 un evento denominado “Global Big Day” que busca concentrar a escala mundial en veinticuatro horas el esfuerzo de la mayor cantidad de personas en el registro de aves. IMG-20180521-WA0030Durante un día entero, amantes de las plumas de todos los países recorren diferentes territorios armando listas con las especies encontradas. Estos datos serán subidos al sitio de eBird, el cual se irá actualizando constantemente a lo largo de la jornada. Los datos pueden subirse a la plataforma incluso desde una aplicación descargable en cualquier Smartphone. Desde el primero de estos eventos hace ya tres años, la idea se ha ido transformando en un juego de competencia comparable a una “olimpiada científica”. En 2017 el Global Big Day reunió a veinte mil participantes de ciento sesenta países y generó un registro de más de seis mil seiscientas especies. En esa ocasión Colombia se llevó el primer premio y se mantiene en su puesto con un registro de mil quinientas cuarenta y seis especies. En segundo lugar se encuentra Perú y luego Ecuador, países en los cuales gran parte de su turismo es atraído por lo exótico de sus aves. Este año el evento tuvo lugar el sábado 5 de mayo y ganó especial importancia debido a que el 2018 fue considerado por varias organizaciones conservacionistas como “El año de las aves”.

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Me acerqué a dos biólogos uruguayos que participaron este mes de esta sana competencia para conocer su experiencia y aprender más sobre el mundo oculto de las aves. Ambos habiéndose formado en la Facultad de Ciencias de la UdelaR, Rafael Andrés Tosi Germán es magíster en Ciencias Biológicas especializado en zoología, mientras que Pablo Fernández (a quien debemos las fotos que en este post se exhiben) es licenciado de la misma carrera pero especializado en ecología. Los dos consideran que el aspecto más positivo del Global Big Day y de la plataforma eBird es su enorme capacidad para generar “ciencia ciudadana”, es decir un conocimiento científico construido entre todos. Con cerca de siete mil especies de aves ya registradas, la plataforma eBird se transformó en el mayor proyecto de ciencia ciudadana hasta el momento. Nos cuenta Pablo que el contacto local que tiene Uruguay con eBird es Santiago Carvalho, biólogo y fotógrafo uruguayo interesado en estudios de impacto ambiental y de conservación de la biodiversidad.

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Según Rafael Tosi el número de especies de aves registradas en Uruguay ronda las quinientas, y este año se registraron ciento noventa y nueve especies durante el Global Big Day. Durante este evento se registraron en nuestro país ciento veinte listas, una por espacio geográfico, y salieron a participar de la jornada treinta y cinco personas. Considera Rafael que cada vez se están encontrando más especies en parte debido al cambio climático y en parte debido a que “cada vez hay más gente mirando para arriba”. Nos cuenta que el número de especies de aves aumenta cuanto más al norte del país nos encontremos. Por ejemplo, en Paso Centurión pueden encontrarse especies que sólo se encuentran allí a causa de un corredor de bosques que se forma desde Río Grande do Sul. Al parecer Sudamérica es el continente más biodiverso, concentrando tres mil especies de las diez mil que se conocen a escala mundial. Tosi nos informa que esto puede deberse a que Sudamérica en el pasado fue una isla como Australia en la cual las aves ocuparon el lugar de los depredadores superiores. A estas aves se las conoce como las “aves del terror”, y su único representante vivo es la “Seriema”, que casualmente es el ave preferida de Rafael.

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Pablo Fernández considera que aún hay grandes incertidumbres con respecto al número y distribución de especies, y que un esclarecimiento al respecto requiere de un esfuerzo de muestreo que sobrepasa las capacidades de los investigadores. Es en este sentido que la plataforma eBird representa una base de información a una escala sin precedentes y “el sueño realizado de cualquier macroecólogo”. “En este proyecto somos todos voluntarios; nosotros salimos a pajarear porque nos gusta”, dice Pablo. Considera a su vez que la competencia internacional nacida a partir de la idea del Global Big Day funciona como “un motivante básico” para contribuir con el proyecto. Cuenta Pablo que él participó del evento junto a un grupo de colegas conformado por Agustina Medina, Gustavo Fernández, Adrián Antunez y Belén Calvete. Recorrieron varios lugares geográficos desde Atlántida hasta la Laguna de Rocha, buscando también especies de interés que generan problemas como el “Estornino Pinto”.global-big-day-2018 Dice Pablo que esta es una especie invasora que se introdujo desde Argentina, “que es muy agresiva y desplaza a otras especies”. Nos cuenta también que nuestros “hot spots”, además del de Paso Centurión, se encuentran en la desembocadura del arroyo Maldonado, en la Quebrada de Laureles entre Rivera y Tacuarembó, en el Valle del Lunarejo, en Rincón de Franquía en Bella Unión, en los Esteros de Farrapo y en los humedales de Santa Lucía. Nos comenta también Pablo que es muy fácil para Argentina y Brasil superar las mil especies diferentes de aves en su territorio, teniendo en cuenta que estos países son mucho más grandes y con una mayor cantidad de latitudes diferentes. En comparación, Uruguay es un país muy rico teniendo en cuenta su pequeño tamaño y su rango escaso latitudinal. “Eso es lo que pasa cuando mezclás política y biodiversidad”, dice Pablo.

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Al ser cuestionados sobre las especies en peligro de extinción tanto en nuestro país como a nivel mundial, ambos entrevistados coincidieron en que antes que nada se debe tener en cuenta que “los peligros de extinción se evalúan por territorio”. Una especie puede estar amenazada a nivel local pero no a nivel global y viceversa. “Por ejemplo, dice Rafael Tosi, el ñandú está en peligro a nivel mundial pero no en Uruguay”. Para que la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) considere que una especie está amenazada en un territorio, ésta debe de tener menos de mil individuos en esa área y/o no verse a ningún representante durante al menos treinta años.  En nuestro país son cuarenta y seis las especies de aves que forman parte de las denominadas “listas rojas”, de las cuales la más conocida es el “Cardenal Amarillo”. Hasta la fecha ya se han extinguido dos especies: el “Playero Esquimal”, ave migratoria que venía a nuestras tierras en verano desde América del Norte, y el Guacamayo que era asociado a los palmares cercanos a Bella Unión. Esta ave cree Tosi que se ha extinguido debido al comercio clandestino de “pájaros en jaulas”. IMG-20180521-WA0017Los pájaros más susceptibles de ver su propia existencia amenazada son aquellos que son más dependientes de su hábitat. El “Gaviotín Real” se reproduce sólo en la Isla Verde de Rocha, y la “Tijereta de las Pajas” es “un bicho de pastizal”. La “Loica Pampeana” por ejemplo ya se extinguió en Brasil y sólo quedan algunos representantes de su especie en pastizales del Uruguay. Pablo Fernández nos informa de que la mayoría de las especies que están en peligro en nuestro país están asociadas a los pastizales y a la forma que tiene el ser humano de hacer uso de los mismos. Pablo se muestra preocupado por el hecho de que ninguna de las áreas protegidas se concentre en los pastizales, y cree que esto se debe a que “nuestra cultura europea nos lleva a privilegiar los bosques”. Aparte, “comprar hectáreas de bosque es más barato ya que están protegidos y no se puede producir ahí”. “Los potreros que tienen Loica Pampeana pertenecen a estancieros que dan importancia a los pastizales”, agrega Pablo.

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Rafael Tosi nos cuenta que muchos ornitólogos son contratados por los parques eólicos para determinar cómo podrían impactar estos parques en la biodiversidad de un territorio, o más bien “cómo impacta esta biodiversidad contra los parques eólicos”, agrega con humor Rafael. Sin embargo nos dice que actualmente no se dedica a la ciencia y que se encuentra dando clases de inglés. “Vivir de pajarólogo es bravo”, agrega. A su vez Pablo Fernández nos dice que todavía está aprendiendo qué es la ornitología ya que se acercó a las aves desde la ecología. Es por ello que se ve interesado en utilizar a las aves como indicadores ambientales y ecológicos, ya que ciertas especies son afines a determinados biomas y de esta forma pueden predecirse cambios ambientales a través de un cambio en el comportamiento de las aves. “Esto implica mucho trabajo de campo y se necesitan manejar muchos datos”, dice Pablo. Es en este sentido que adquiere importancia el concepto de “Big Data”, representado por plataformas como la de eBird, de la cual Pablo no duda que sacará provecho en el futuro.

Bruno Gariazzo